Tanganera
Yo no sé cuándo fue la primera vez que me mostré inconforme con algo, cuándo dije que no estaba de acuerdo, que no aceptaba; cuándo escuché por primera vez que era una protestona, una tanganera...
Yo no sé cuándo fue la primera vez que me mostré inconforme con algo, cuándo dije que no estaba de acuerdo, que no aceptaba; cuándo escuché por primera vez que era una protestona, una tanganera...
Una publicación bastó para encender la llama. Fue en la red social . Alguien denunciaba que un doctor vendía medicamentos que robaba de su policlínico y debía ser perseguido y condenado.
Me duelen los minutos de silencio porque casi siempre suceden después de las desgracias, las pérdidas que no pueden repararse, la calamidad que toca a una puerta o a todas.
No creo en la reencarnación, en el supuesto de que venimos de otras vidas. Sin embargo, me gusta la idea, quizás porque lo breve que parece nuestra única vida nos deja muchos pendientes...
Me dijo así aquel anciano cuando conseguimos separarnos del grupo de muchachos que, animosos, reían sin parar. Pude ver en sus ojos la pena que sentía por los chicos, seguramente la que arrastraba por él mismo.
El niño creció arropado por su madre. No eran fortuitas las muestras de cariño, el desvelo, el canto, la caricia y el arrullo.
Imposible olvidar cómo hablaba Sancho Panza, ese ser sin el cual el caballero andante no hubiera sido el mismo. Tenían un modo diferente de decir, así eran sus pensamientos y sabidurías.
Más de un año ha pasado desde el día que aquel ómnibus perdió su rumbo y fue noticia aquí en Ciego de Ávila. Fue dolor, preocupación, desvelo. No era de aquí, iba de paso. Era de Sancti Espíritus, pero cuál puede ser la diferencia.
A algunos de mis seres amados les ha fallado el corazón. Les ha fallado literalmente. No hablo de aquellos que teniéndolo intacto han tendido un muro infranqueable entre ellos y yo, un vacío.
Los humanos miraron el río y supieron que siguiendo sus márgenes llegarían a algún lugar donde habría tierras y comida, y quizás, mejor abrigo.
Lanzo al mar inmenso de estas páginas esas notas de Amanda como un ofrecimiento, porque es bueno saber el valor que tienen nuestros viejos y que vivir en las musarañas es algo también bueno.
No quiero recordar el día en que perdí la romántica idea que tenía del fuego. El joven Prometeo robándolo a los dioses para ayudar al hombre, y pagando su pena; o los hombres conquistándolo en una edad lejana.