Más que un regalo
Era mi cumpleaños y desde la medianoche comencé a recibir los mejores deseos de un día feliz.
Era mi cumpleaños y desde la medianoche comencé a recibir los mejores deseos de un día feliz.
Justo cuando aquellos zapatos comenzaron a parecer hechos para sus pies, empezaron a decirle que por qué se ponía ese calzado.
No se puede medir el sufrimiento como la temperatura, la densidad de un líquido, la distancia y el tiempo. No se puede establecer en unidades de medida, decir, es como del uno al 10, o creo que millones, como de aquí a la Luna; o como la inmensidad del mar.
Los hijos nunca crecen, y el desasosiego se instaura desde que abandonan el biberón, quieren elegir su ropa y vestirse solos, porque desde ese instante nos parece que ya están a punto de dejarnos.
Cuando el domingo pasado celebrábamos el Día de la Prensa Cubana, me detuve a pensar en los periodistas que siempre he admirado y en la profesional de las letras que he soñado ser.
Porque vi a los humanos hablar de los animales como sus iguales y tratarlos como tal, porque viví qué es para ellos una ley verdadera.
Hoy quiero hablar de los amigos, esos seres que se vuelven parte de uno mismo. Les regalo esta fábula que nos enseña mucho de cómo se vive en amistad verdadera, en armonía con ese otro imprescindible.
Si a Midey no lo hubiera traicionado su cerebro, nunca hubiera olvidado a mi prima María. El amor de ellos era de esos de para toda la vida; sellado y renovado, intacto; mejorado con el paso del tiempo.
Yo no sé cuándo fue la primera vez que me mostré inconforme con algo, cuándo dije que no estaba de acuerdo, que no aceptaba; cuándo escuché por primera vez que era una protestona, una tanganera...
Una publicación bastó para encender la llama. Fue en la red social . Alguien denunciaba que un doctor vendía medicamentos que robaba de su policlínico y debía ser perseguido y condenado.
Me duelen los minutos de silencio porque casi siempre suceden después de las desgracias, las pérdidas que no pueden repararse, la calamidad que toca a una puerta o a todas.
No creo en la reencarnación, en el supuesto de que venimos de otras vidas. Sin embargo, me gusta la idea, quizás porque lo breve que parece nuestra única vida nos deja muchos pendientes...