Ser importantes
No existe un trabajo menos importante que otro, para muchos, el suyo, puede ser el más trascendental de la Tierra.
No existe un trabajo menos importante que otro, para muchos, el suyo, puede ser el más trascendental de la Tierra.
En un pueblo tan pequeño como es el de Majagua, encontré hace 20 años una apasionante historia de amor, dolor y muerte de los años 50 del pasado siglo.
Aquella mujer sabía que no iba a curar su enfermedad con las cinco pastillas de las que su amiga se despojó para ofrecérselas, necesitaba muchas más; sin embargo, era el mejor de los comienzos.
Es así casi siempre, remedo perenne cada vez que la Tierra completa su vuelta y dejamos atrás 365 días que, dichos de un golpe, parece que pasaron volando.
Cuando los días del año que pronto acabará pasan por mi mente como las escenas de una película, tengo el impulso de volver a sufrir los momentos más tristes, los quebrantos que no me faltaron, las malas noticias, las manos que dejaron de sostenerme; los instantes en que hasta respirar me fue difícil, de tanto desconcierto.
Nada me conmueve más en la ficción que aquellas historias donde algunos hermanos toman bandos diferentes. Unos, persiguiendo, incluso, el mismo fin, han tomado el camino de la justicia, mientras otros el de la venganza. Unos el bando del bien, otros el rumbo contrario.
Gabriela y Rey se presentaron a un concurso internacional de canto. Con todo el deseo de que alguno de los dos fuera ganador, con todos los miedos e incertidumbres por el rigor del evento, y con toda la seguridad de que cualquiera que ganara sería un triunfo para los dos.
Desde hace unos días, sufro los sinsabores de la confianza rota. Porque no estará nunca suficientemente sobrevalorado mi apego a ese sentimiento.
Se nos va un ser amado y se nubla la mente. No hay espacio para los pensamientos y nada nos consuela. Es tan definitivo el fin de la existencia, que no le encontramos sentido, porque no lo tiene.
Una joven quería cantar. Vivía en las faldas de una montaña que contemplaba mientras el abuelo narraba las leyendas del volcán al que ni los más viejos habían visto alguna vez mostrar su ira.
Daniela es solo un personaje de la telenovela de turno, aunque no es incierto que la realidad muchas veces supera toda ficción.
Deseaba que el primer libro de Lectura de Tobías estuviera impecable y mi sueño se hizo realidad. Él ni siquiera reparaba en mi temor de recibir un texto escolar hecho jirones; su entusiasmo era por todo, por su primer grado completo, la escuela, los amiguitos, la maestra.