Tanganera

No sé cuándo fue la primera vez que estuve en desacuerdo con algo, debe haber sido en el momento exacto en que el cuerpo de mi madre sintió que debía echarme fuera, que ya había llegado la hora de ofrecerme la luz, y yo me negaba a dejar su vientre tibio y tranquilo.

No sé si fue cuando, ya en manos del médico, metí un chillido cuando intentaron que me quedara inmóvil en algún sitio o cuando me quisieron arrebatar un juguete.

Debió ser cuando vi lo primero que no me pareció justo, cuando no estuve conforme con la manera en que fui tratada o cuando me negué a aceptar cómo de inapropiado trataban a alguien delante de mí.

Pero, desde ese momento, no he dejado de quejarme, de protestar por aquello que nos daña, aunque hasta algunos de los que también resultan afectados lleguen a llamar a una protestona, tanganera o quejosa, con toda la carga despectiva que tienen esas palabras.

Mas sucede que una llega a la bodega y le duele pagar con su dinero decente un producto que no lo es porque la desidia de algunos lo permite.

Y hasta pudieras quedarte callada, pagar y dar la espalda, pensar que tal vez es solo ese día, que después cambiará; sin embargo, no, sabes que sucede más de una vez y que no aceptar ese maltrato es lo mejor.

A cada paso me encuentro con motivos para no callar, con personas intentando hacer las cosas como nadie merece.

Veo las miradas que desaprueban la mala calidad, el elevado precio; oigo el cuchicheo entre los afectados, sin que nadie quiera ser el protestón, “si, total, siempre es así”; y es en ese instante cuando yo digo que por qué, que quién dijo que tenía que ser de esa manera, y que, además, el silencio nos convierte en afectados cómplices.

Nunca se aprobará la chapucería, el maltrato, la mala calidad, con un decreto; nadie anunciará que debemos acatar esos comportamientos, que es así y debemos soportar; no obstante, existen, por fisuras en los controles, por el inmovilismo de algunos, porque otros se quieren beneficiar, porque aquello de que “mi trabajo es usted”, y “la calidad es derecho del pueblo”, para algunos yace cual meras consignas.

Entonces, cuando miro que el derecho a la calidad de los productos y los servicios me es usurpado, sé que me queda algo: es el derecho y la obligación de reclamar, protestar. Porque simplemente callar ante las injusticias resulta muy dañino para todos, para una sociedad que sobrevive y se impone en medio de tanta calamidad.

Ver que el mismo dulce de hace un mes es la mitad más chico y aun así pagas el doble por él; que un café subió su precio y ahora debes pagar más por una sambumbia; y lo haces inconforme, pero no lo dices; son indicios alarmantes de que el mal se va acomodando entre nosotros y que un día puede pasar inadvertido para muchos.

Y no es normal, no es decente, no es justo; es maligno, despreciable, inaceptable, eso sí. Protestar no, protestar ayuda a huir del mal, impulsa a los demás a que reclamen lo que es apropiado, y obliga a quienes deben cumplir con su misión de servir y hacerlo bien.

Yo no sé cuándo fue la primera vez que me mostré inconforme con algo, cuándo dije que no estaba de acuerdo, que no aceptaba; cuándo escuché por primera vez que era una protestona, una tanganera, ni cuándo se instauró dentro de mí ese deseo que me impulsa a buscar el bien dondequiera que esté. Solo estoy segura de una cosa: fue ante una chapucería, una injusticia, el deseo de otro de dañarme, de dañar al país y a las personas que intentan ser mejores cada día.


Comentarios  
# Alejandro Chang 24-03-2021 15:21
Aceptar lo mal hecho es el primer paso para alejarse cada vez más de la solución. Al contrario, criticar, decir lo que pensamos, es la primera piedra en el tortuoso camino para cambiar una realidad que debe ser cambiada en cualquier aspecto de la vida. Ahora, eso sí, se necesita valor y confianza en los valores que uno defiende, tener inteligencia y elementos para sostener la protesta. Porque también están los que protestan por cualquier cosa, que no desean arreglar nada, solo sembrar el malhumor y más desidia.
Responder | Responder con una citación | Citar
Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar