Caso omiso
“Que pase el próximo caso.” Cada vez se tornan más comunes esas cinco letras, en brevísima oración que cercena la esencia humana que nos diferencia de los animales, de las plantas y de los objetos inanimados.
“Que pase el próximo caso.” Cada vez se tornan más comunes esas cinco letras, en brevísima oración que cercena la esencia humana que nos diferencia de los animales, de las plantas y de los objetos inanimados.
A veces tengo la certeza de estar (y digo estar, no vivir) en una región incivilizada del planeta, aunque vea a algunos de mis vecinos usar un teléfono de 3G.
Exigir lo que nos corresponde como individuos, o como representantes de una entidad estatal, no solo es nuestro derecho, sino también una obligación.
Un parque puede tener varias versiones. La feliz es una que apuesta por la diversión y el desahogo para los pequeños...
La mala suerte del kilo parece extenderse a otras monedas fraccionarias, y resulta cada vez más común escuchar, tanto a particulares como a empleados estatales, aludir a la carencia de menudo a la hora de dar un vuelto.
No pude entenderlo. Que la vidriera de una tienda se adorne con vasos rotos, no me cabía en la mente. Y sentí vergüenza colectiva.
Al final, mientras unos protagonistas sueñan con que sus “actos” sean menos dramáticos y más felices un día; otros terminan ovacionando el verano que viven. Típico de Shakespeare, si se hubiese animado a escribirlo.
Debemos hacer énfasis en que la detección, prevención y tratamiento de la violencia hacia los animales se vuelva un acto de humanidad en sí mismo.
El arquitecto avileño Jorge Yara Sánchez, analiza el comentario Con pulso de cirujano sobre la capacidad constructiva de la provincia de Ciego de Ávila y expresa acertadas opiniones sobre el particular.
No caben dudas entonces, que necesitamos detectar y enfrentar cada una de las expresiones de maltrato a los añosos, cuestión de nuestro contexto cultural que debe enmarcarse como un factor de riesgo que nos toca a las puertas.
Entonces poco valdrá el madrugón para hacer la cola y agenciarse un turno, o la ausencia al centro laboral ese día por lo apremiante de la gestión, si justo cuando cree que podrá solucionar el asunto aparece un conocido.
Cualquier intento de proteger a los consumidores debe pasar, indefectiblemente, por la solución algunas limitantes.