Una tradición perdida
El módico precio de unos zapatos llama mi atención del lado de acá del mostrador, pero cuando le pido a la dependienta que me los muestre, me dice sin moverse de su lugar: “Salen malos y se despegan con facilidad.”
El módico precio de unos zapatos llama mi atención del lado de acá del mostrador, pero cuando le pido a la dependienta que me los muestre, me dice sin moverse de su lugar: “Salen malos y se despegan con facilidad.”
“Aplica el sentido común”
Nada tiene que ver el título de este trabajo con aquella canción del argentino Leo Dan. Tal vez lo único en común sea ese fragmento que dice: “debemos platicar”.
El incremento de la fiscalización en cada actividad debe erigirse como eje central para detener a quienes se ganan el dinero fácil y especulan con las necesidades ajenas.
A la cifra se le puede mirar desde arriba o desde abajo.
Preocupa que en la mayor parte de los casos, la raíz del problema es más subjetiva, organizativa o de gestión, que de orden propiamente material.
La vida, en ocasiones, muchas más de las que quisiéramos, impone a los seres humanos dificultades imposibles o difíciles de superar.
Hay un profundo desprecio por las normas y fallas irreconciliables en el control y la regulación.
De acuerdo con lo previsto, se realizó el domingo 4 de marzo una jornada de limpieza, higienización y embellecimiento en la ciudad de Ciego de Ávila.
Deben andar todavía, “decepcionados” por la crónica roja que no salió en ningún periódico… porque no tenía sangre.
Cuatro amigos, a las 10:20 de la noche después de salir del teatro Principal, caminan por el centro urbano de Ciego de Ávila y deciden detenerse por un café, un trago o, al menos, por un motivo que demore el retorno a casa.
Entusiasmada, la periodista busca nuevos elementos, pero una vieja tendencia le corta el aliento: “Sin autorización de mi directora no puedo ofrecer información” —dice el funcionario”.