Ni lo tomo ni lo dejo
Me resisto a pensar que estemos condenados a solo dos opciones: tomarlo o dejarlo. Aceptarlo o rechazarlo.
Me resisto a pensar que estemos condenados a solo dos opciones: tomarlo o dejarlo. Aceptarlo o rechazarlo.
Ningún 19 de abril ha pasado por alto la celebración de aquella victoria, “cuando el rojo color del cielo” dio paso al “blanco color de palomas”.
El déficit de determinadas fuerzas laborales vuelve a orbitar como una problemática importante en varios sectores.
Los ejemplos de procederes inmovilistas son tantos que emborronaríamos muchas cuartillas en el esfuerzo de nombrarlos.
Que entre el incumplimiento de las obligaciones tributarias y el delito de evasión fiscal hay una línea divisoria muy fácil de cruzar es una realidad de la que se tienen muchas pruebas y pocas dudas.
El sector se recupera, pero no al ritmo y en las dimensiones deseadas (y necesarias).
No solo por nuestra resistencia numancina, sino la construcción de un modelo alternativo al canon hegemónico de democracia.
En casi todos los anuncios de fiestas y promociones de los bares de moda hay una foto de una muchacha, con más o menos ropa, con varias implicaciones. Hablemos en lenguaje publicitario, que es más “noble”.
Haciendo balance de este tiempo raro deberíamos preguntarnos si aprendimos las lecciones.
Desde hace bastante tiempo hablar de demografía en Cuba es el “pan de cada día” de investigadores y especialistas que, con luz larga, han alertado sobre un acelerado proceso de envejecimiento poblacional, que plantea retos exponenciales en varios sentidos.
A mal tiempo, buena cara. Así reza un dicho popular de esos que nunca pasan de moda y que la tradición oral se ocupa de conservar.
Este es apenas un preámbulo para desinflar la teoría de que la inflación tendría que comenzar a descender por la tarima: acaso la parte más visible y última de la cadena.