Volviendo a Celia siempre
Espigada, vivaz, valiente, yendo “ligera” —como gustan decir los orientales cuando hablan de velocidad—, aparece para muchos el recuerdo de Celia Sánchez Manduley.
Espigada, vivaz, valiente, yendo “ligera” —como gustan decir los orientales cuando hablan de velocidad—, aparece para muchos el recuerdo de Celia Sánchez Manduley.
Ante la amenaza, Mella declaró: “No le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda”.
Cuba recuerda este martes el asesinato, hace 32 años, de cuatro jóvenes combatientes que defendían las costas de la nación caribeña, suceso conocido como el crimen de Tarará.
El 8 de enero de 1959 se produjo la entrada triunfal a La Habana del Ejército Rebelde encabezado por su líder, el Comandante en Jefe Fidel Castro, después de recorrer casi por completo el país en un viaje de más de 1000 kilómetros, acompañado todo el tiempo por el júbilo desbordante de los habitantes de pueblos y ciudades de Cuba.
Para aquellos que, desde afuera, amigos o enemigos, ven con asombro a la Revolución cubana celebrar por estos días su 65 cumpleaños, a pesar de la saña feroz del bloqueo y otros disparos a matar de los odiadores, el argumento con nuestra razón es sencillo.
El 30 de diciembre de 1958, casi a punto de producirse el viraje anhelado de la victoria, cayó en combate el joven capitán rebelde Roberto Rodríguez Fernández, más conocido entre sus compañeros y fieles como El Vaquerito.
En Coliseo, las fuerzas invasoras mambisas vencieron por la genial conducción militar de sus jefes, Máximo Gómez y Antonio Maceo, a lo que se sumó el gran valor y la alta moral revolucionaria de las tropas que comandaban ambos.
Ignacio Agramonte y Loynaz vio la luz por vez primera en villa señorial el 23 de diciembre de 1841, hace 182 años, durante una navidad que parecía augurarle una existencia venturosa y tranquila en Santa María del Puerto del Príncipe (Camagüey).
Cada 22 de diciembre recordamos la épica de aquella generación que puso alba de letras y números sobre el carbón, la pobreza y la ignorancia.
Ella es una de las entonces jóvenes avileñas que vistió el uniforme de las brigadas Conrado Benítez, hace ya varias décadas. Su nombre: Eida Mendoza Hernández.
“Desafió mil veces la muerte y quemó alegremente su vida”, una metáfora que no pudo ser más realista para entender la existencia de este ser extraordinario.
Agonizante, el joven revolucionario envió un mensaje a Fidel, donde expresaba que iba a reunirse gustoso con los compañeros caídos, porque tenía fe absoluta en el triunfo definitivo de nuestros ideales.