Fue Vicente Espinel (1550-1624) quien propuso la “fórmula” para una estrofa sui géneris.
Para que los caminos de la espinela no se bifurquen entre poetas e improvisadores, sino que fluyan, amalgamados, dejando constancia del aquí y el ahora.
La décima siempre fue un destino para Armando López Rondón. Posiblemente desde antes de nacer, en junio de 1960, ya estaba escrito en alguna parte del universo que dedicaría gran parte de su vida a cultivarla.
El carácter performativo de la improvisación poética, es una de sus características intrínsecas y diferenciadoras, algo que hace de este arte una de los más complejas y dinámicas manifestaciones de la poesía oral contemporánea.
Han pasado casi 100 años desde que el doctor Eduardo Valdés Figueroa inaugurara, en su propio negocio, la farmacia La Central, la primera estación transmisora de telefonía inalámbrica de Ciego de Ávila, denominada 7BY.
La locución, en sus dimensiones profesional y artística, necesita de una transformación que devuelva alegrías y salde deudas.
“La palabra locutor, que antes generalizaba a todos los que intervenían ante un micrófono, ha venido tomando la importancia que merece, y ya no solo es la persona que sabe hablar, que domina la oratoria radial”, sino también la persona que comunica.
Creo que otro no podía ser el título de esta entrevista. Cuánto me hubiera gustado coincidir en el tiempo con este hombre, hecho, indiscutiblemente, para vivir entre consolas de audio y micrófonos.
Cerrado a cal y canto, como si una peste impidiera atravesar su umbral, el Teatro Principal duerme el sueño opresivo de ciertas batallas perdidas contra la herrumbrosa y pesada mano del tiempo.