Una “fotografía” del Movimiento en Ciego de Ávila con “numeritos”.
Sin otro fin que la convicción perpetua de que se tiene que escribir, cantar, bailar, tocar, pintar, actuar… para darle vida a ese nudo que a veces está en la garganta y a veces en el estómago, comienza alguien a creer en la utilidad (primera) de lo que hace.
El proyecto Anglocaribe: El barrio y sus Tradiciones, fue una de las 10 experiencias finalistas en el concurso nacional del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria.
Más de 4000 artistas aficionados sostienen el grueso de la programación cultural de la provincia, a pesar de las carencias y de los olvidos.
La Escuela Elemental de Arte lleva su nombre, pero Ciego de Ávila tiene para sí la gloria de una artista que habría que reverenciar en toda su obra. Y merece recomponerse desde la orquestación de muchos.
16 años son una vida, y ya la profe Lennabel ha tenido dos. Hay momentos en que se abren encrucijadas del amor frente a la gente buena. Ella nos cuenta de la suya.
La Escuela Elemental de Arte Ñola Sahíg Saínz ha crecido en edad y matrícula, pero no siempre ha tenido el empuje y apoyo para ser lo que debiera: el más importante (y el único) centro de formación artística en Ciego de Ávila.
A Ciego de Ávila le nació una escuela donde antes había estado un cuartel y, por ahí, si se quiere, comienza la magia de la Ñola Sahíg Saínz, ese lugar de tejas de barro, puntal alto y carpintería monumental, “adosado” a un extremo de la ciudad, que ha sido, por años, un recodo feliz para la enseñanza artística.
Las artes visuales en Ciego de Ávila desde hace rato se mueven sobre la fina línea de la resistencia. Algunos desistieron de los salones, otros exhiben fuera del terruño y muchos asumieron las ventas al turismo como tabla de salvación. Nos preocupan los que no han encontrado su sitio.