“Y la décima es mi casa”

La décima siempre fue un destino para Armando López Rondón. Posiblemente desde antes de nacer, en junio de 1960, ya estaba escrito en alguna parte del universo que dedicaría gran parte de su vida a cultivarla y a enseñarle a otros cómo hacerla suya también. “La décima me viene por tradición, mi tío era un afamado tonadista y poeta de la radio y la televisión nacional”, cuenta ahora que le pedimos rimar algunos pasajes de su vida.

Su tío era nada más y nada menos que Raúl Rondón Castillo, El Bardo Camagüeyano (Morón, 1918-La Habana, 1991) —camagüeyano porque por entonces Morón, su tierra de nacimiento, pertenecía a la provincia de Camagüey.

Para las nuevas generaciones que tal vez no hayan oído hablar de él, sepan que fue un poeta repentista que, con Justo Vega e Inocente Iznaga, El Jilguero de Cienfuegos, se incorporó al programa Patria guajira que transmitía diariamente, en las noches, Radio Cadena Habana, donde llegaron a resultar antológicas las controversias entre El Bardo Camagüeyano y El Jilguero de Cienfuegos. Además, fue muy popular en los programas de música campesina en Radio Progreso y Radio Habana Cuba.

Por eso la Casa de la Décima avileña lleva su nombre. “Porque precisamente Raúl es la figura más prominente del punto cubano en el territorio, y reconocido como el mejor cantor de tonadas en Cuba”.

La memoria, mientras hablamos, lleva a Armando atrás, a sus inicios. “Yo llego realmente al mundo de la décima con trece años, y fui mi propio profesor, aprendí, escuchando y sacando mis conclusiones; desde ese tiempo, o un poco antes, leía mucho y de todo, y me gustaba ver noticias. Fue por entonces que escribí mi primera décima, que conservo, titulada Sol”.

—¿Siempre supiste, entonces, que te dedicarías a la décima?

—Bueno, también siempre me gustaron las letras y se lanzó una convocatoria, a inicios de los 90, para estudiar por encuentros Derecho General, en nivel medio superior, y aproveché la ocasión; ingresé luego en la Universidad, pero, por problemas personales, no pude continuar.

“Desde 1999 trabajo como poeta repentista en la empresa Musicávila y, en paralelo, dirijo la Casa de la Décima de Ciego de Ávila desde que la fundamos, en 2019”.

Esto me lo cuenta con orgullo nada disfrazado y ojos brillantes. La Casa de la Décima Raúl Rondón es ahora uno de los más importantes logros de su vida.

—¿Y de quién fue la idea de crear una Casa de la Décima en Ciego de Ávila?

—Mía. La idea me surge por la necesidad de que, con la enseñanza de la estrofa nacional, se mantenga viva nuestra tradición en el ámbito provincial, fundamentalmente, y en la cultura cubana en general.

—Una idea que supongo tuvo una gran acogida. ¿Quiénes colaboraron para hacerla realidad?

—Sí, realmente estamos muy agradecidos por todo el apoyo brindado por parte del Gobierno y el Partido provinciales, así como de la Dirección Provincial de Cultura; también el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba tuvo una participación muy especial y definitoria, así como el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado (CIDVI), dirigido por Luis Paz, Papillo.

—¿Cuál es, específicamente, la función de la Casa? ¿A qué dedican sus esfuerzos las personas que trabajan en y por ella?

—La Casa es la sede del taller de repentismo infantil, además de los talleres de acompañamiento musical, impartidos por Yeinier Delgado, quien es alumno egresado de este tipo de enseñanza, hoy profesional y excelente profesor; así como clases de canto y solfeo, a cargo de la profesora Ana María Betancourt. En este sentido, nos proyectamos todos en función del sostenimiento de las tradiciones.

—¿Recibe apoyo institucional? ¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentran a la hora de realizar su trabajo?

—La Unidad de Apoyo a la Actividad Cultural nos ha suministrado recursos financieros para la adquisición de instrumentos con los cuales trabajamos; pero, por lo demás, aunque se nos reconoce, el recurso presupuestado es insuficiente. Perdimos nuestras peñas dominicales, donde incluso los educandos mostraban sus habilidades poéticas, musicales, e interpretativas, por falta de presupuesto.

Rondón —como muchos le llaman—, sueña con otras posibilidades para expandir, aún más, el trabajo ya encomiable de esa Casa de la Décima que es también su casa, y la de los decimistas avileños. Le duele que no sean los que merecen quienes tanto empuje y amor le ponen a la estrofa nacional, y, desde la fundación de la Casa, han obtenido importantes logros.

“De nuestro taller salió el campeón mundial de Pie Forzado Reiber Nodal, quien es el único poeta cubano que ostenta todos los títulos puestos en disputa en eventos de repentismo; su hermano Rainer (líder del proyecto Décima Cuerda) también egresado de nuestro taller, ha resultado ganador en eventos a nivel nacional e internacional, y hoy trabaja en nuestra Casa.

“La repentista Yudianny Barrera Mujica, La Chula, es considerada la revelación del repentismo joven de Cuba; con solo 16 años, ha compartido escenario con figuras de relieve nacional e internacional como Héctor Gutiérrez; Luis Paz, Papillo; Alexis Díaz-Pimienta; y con el poeta mexicano Marcos Lindo Conchi, El brujito mago de la poesía.

“La joven intérprete de tonadas y música tradicional, María Karla Rodríguez, ya resultó ganadora en un festival de tonadas celebrado en Las Tunas.

“La Casa, además, tiene dos grupos musicales infanto-juveniles: Los Lindos del Campo y Son Armonía; este último grabó completo un programa de Palmas y Cañas, considerado uno de los mejores programas en muchos años.

“Y no nos quedamos solo en el nivel local: la Casa ha llevado su labor, de manera presencial, a México y Panamá; y, de manera virtual, a Argentina, México, España, Perú y Venezuela”.

—El trabajo de la Casa es meritorio, y tu función al frente de ella tiene mucho que ver con eso. Aparte de ello, ¿cuáles consideras son tus principales hitos profesionales relacionados con la décima?

—Bueno, gané el Concurso de Improvisación Hermeides Pompa Tamayo, en Las Tunas, en 2002, y tengo publicada una novela en décima titulada El que no tiene de congo..., por Ediciones Ávila, en 2014.

—Me hablas de improvisación y de décima escrita, y eso me lleva a preguntarte qué diferencia, a tu entender, a la décima escrita de la décima improvisada.

—La décima escrita se piensa y se repiensa, con todo el tiempo del mundo para corregir y o cambiar un verso, una idea…; la improvisada es “aquí y ahora”, con la música sonando y el público ávido de sentirla en su totalidad.

—Ambas tienen sus complejidades desde diferentes puntos de vista, evidentemente. Uniendo ambas vertientes, te reto a terminar esta entrevista con una décima, y te doy un pie: “y la décima es mi casa”.

—Ahí te va:

Soy estrofa que camina
por poblados y bateyes
obedeciendo las leyes
de las fiestas campesinas.
Silábicas serpentinas
se agolpan, no hay amenaza,
traigo de rimas coraza,
con sílabas hago un viaje,
de letras me pongo un traje
y la décima es mi casa.