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La luz y el humo la envuelven. La gardenia sobre su pelo, dice que ahí está ella, lista para el rito, dicen, es para ocultar un mechón quemado. Pero otros dicen que es para esfumar una vieja cicatriz. En verdad, no es raro que un golpe o una navaja hayan dejado su marca en Eleonora Fagan Gough (1915-1959).

El amigo Cundo, luego de uno de sus periplos por el occidente de la Isla, llegó temprano a la casa el pasado domingo, conversamos sobre nuestro querido HEPA —convaleciente aún de su enfermedad—, y, claro, el incansable amigo traía una petición: “¿Cuándo vas a escribir sobre las siete maravillas de la ingeniería civil cubana?”.

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