Como entonces: “¡Aquí no se rinde nadie!”
Ese día de enero “que acabó con lo injusto para ser compañeros”—en franca alusión al triunfo alcanzado en 1959—, fue uno de los más felices de Juan Almeida Bosque, el Comandante de la Revolución que tanto amó a Cuba, a los cubanos y al arte.











