Recurso mágico

Perdí la cuenta de las discusiones en las que la comparación entre lo que pasa aquí y allá se convierte en centro de los debates. Acosados por no sé cuántos obstáculos, desde las torrenciales lluvias y los vientos de ciclón, pasando por la sequía y, sobre todo, por la mala voluntad de quienes, remisos a que avancemos, inventan todo tipo de trabas para que ni podamos adquirir nada extra fronteras, también sale a flote un valladar que nos corroe desde dentro: no trabajamos lo suficiente.

Por estos días, en que más de una experiencia del Trabajo Comunitario Integrado demuestra lo que se puede lograr en los barrios cuando se junta un grupo compulsado a hacer lo que le toca y un poquito más, uno corrobora el inmenso trecho que hemos desandado en Ciego de Ávila a la hora de aplicar métodos y estilos que de verdad sirvan para transformar “todo lo que debe ser cambiado”.

• Lo que dijo Invasor sobre el trabajo comunitario en la provincia

Y no cito por casualidad esta parte del concepto de Revolución que formulara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 1ro. de mayo de 2000. Demasiadas muestras de retroceso en lo que depende de quienes habitamos este país, demuestran que la definición ha quedado en consigna en muchos escenarios, esos en los cuales sus actores reclaman y se duelen, pero tampoco actúan, al son de que, los que deben exigir y controlar abajo y más arriba, hacen muy poco por el cambio, al punto de olvidar el necesario diálogo con los vecinos, y entonces cae en el saco acusatorio el que lo merece, y el que no.

Mas esas reacciones en cadena me parecen las más lógicas. Primero porque prácticas obsoletas, aún vivas, acostumbraron a la gente a recibir sin dar, como los padres que le ponen casi todo a su alcance al hijo, sin reclamarle ni un ápice de sacrificio. Y segundo, porque si al que le toca no hace lo que tiene que hacer y por lo que gana un buen salario y, en ocasiones, dispone de un nivel de vida más elevado que el de la mayoría, “que no espere nadie que yo vaya a disparar ni un chícharo”.

He leído parte de lo que se ha publicado acerca de los cambios que acontecen por estos días en 62 comunidades de mayor complejidad en La Habana. Confieso que me ensanchan la esperanza. De inmediato conecto esas experiencias con algunas que aquí están empezando a hacerse, y subrayo, empezando porque “ya veremos lo que pasa después”, expresión popular a tener en cuenta en el día a día porque, lamentablemente, revela el camino ganado por la desconfianza.

No es un imposible cambiar. Se puede hacer mucho y todos los días para que nuestros asentamientos sean escenarios inclusivos y sostenibles, y no basureros y patios enyerbados, calles y caminos sin un mínimo de atención, parques que se inauguran hoy y mañana dan lástima o consultorios del Médico y la Enfermera que, en lugar de la Familia, parecen de la desidia.

Se puede hacer mucho y todos los días, hasta los fines de semana, si se piensa y actúa con arreglo a diagnósticos bien elaborados, en los que nadie “de los que les toca” quede fuera: quien preside el Consejo Popular, los delegados, dirigentes de los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas —entre otros actores, pues son muchos—, además de las entidades que designen las respectivas asambleas municipales del Poder Popular, responsable de que se haga lo que el pueblo diga y necesite como prioridad, sin olvidar la idea reiterada por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República de Cuba: apoyar en los barrios, no intervenirlos: “Hay que consultar a la población sobre estas cosas, preguntarle qué se prioriza, si la carretera, si las aceras, si el Círculo Social, si la Casa de Cultura; esa es la democracia nuestra”.

• Lea sobre algunas experiencias expuestas en un reciente encuentro encabezado por el Presidente de la República.

Y si de recuperar la confianza se trata, basta con ganar la autoridad que debe emanar de cada cual en todas y cada una de las estructuras de dirección. Cuando un jefe transpira entrega y resultados, la gente va más allá de admirarlo; lo sigue. Y en ese sentido, me queda claro que la entrega es el único “recurso mágico” a nuestro alcance. Trabajar salva. Salva, sí, pero si se asume a partir del ejemplo personal, haciéndolo con tino, excelencia y rigor, día tras día.


Comentarios  
# JAleM 02-09-2021 20:21
Cuando un jefe transpira entrega y resultados, la gente va más allá de admirarlo; lo sigue. Creo que esa la mejor oración del comentario Fili. Lo demás, la voluntad y la esperanza, vienen de ese empuje. Gracias!!!
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# Jorge Luis 03-09-2021 18:24
Y en estas acciones queda lamentablemente la posibilidad de mantener la victoria, no hay de otra.No debemos esperar del más allá, somos nosotros mismos.
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