Uno de los centros de aislamiento para contactos de casos positivos con mayor capacidad en Ciego de Ávila respira la calma de una aparente desescalada en el contagio por COVID-19.
Contar un día en Ceballos 8 ahora es más fácil. De 215 camas, solo 18 están ocupadas, al personal de apoyo se le sumaron nuevos miembros para la chapea de las áreas verdes, y los resultados de las pruebas PCR, como norma, han llegado en 24 horas en los últimos días.
Hoy el silencio parece que va a tragarse aquel edificio enorme en medio de la nada, al que hace solo unas semanas el bullicio que arrastró consigo la curva de contagios en este tercer rebrote —el de mayor acumulado en la provincia, excepto en el número de fallecidos— pareció removerle hasta los cimientos.
• Lea la entrevista a Ángel Batista, director de Salud en Ciego de Ávila.
Difícil debió ser entonces desandar pasillos y escaleras cuando las guaguas con nuevos ingresos hacían cola en las inmediaciones y apenas alcanzaba el tiempo para desinfectar las viviendas, calmar las tensiones e iniciar el ciclo de asistencia con los recién llegados.
Es por eso que entre una y otra instantáneas hay un trecho que Mayrelis Benedico Rodríguez, especialista en Pediatría, aquilata con la experiencia de dirigir por segunda vez el centro en medio de una aparente calma, que se corresponde con la desescalada que vivimos, a paso lento, en los últimos días.
Si su respuesta no es absoluta es porque ha aprendido a no confiarse y a trabajar pensando en el peor escenario posible, como sucedió en el mes de octubre, cuando, además de la espiral de contagios, los nervios comenzaron a tensar la cuerda y una mujer amenazó a voz en cuello con lanzarse del cuarto piso. Hubo que respirar profundo, descongelar los sentidos y actuar.
Digamos que esta es apenas una de las tantas anécdotas que llevan guardadas y que revisan a puertas cerradas, cuando se permiten un descanso, porque dirigir un centro de aislamiento de este tamaño se dice más fácil de lo que se hace.
Como regla, tres veces a la semana Mayrelis sube al área roja y hace las mismas preguntas de siempre: ¿Cuántas veces los visita el equipo médico? ¿Evalúan sus signos vitales? ¿Está bien elaborada la comida?
Por lo general hay consenso en las respuestas y, salvo algunos casos en los que ha detectado evoluciones en las historias clínicas sin haber examinado al paciente, las quejas emanan no ya de la calidad, sino de la cantidad de comida que incluye cada ración; de la demora de la entrega, ya que, a plena capacidad, ir de un bloque a otro significa horas; o de la incertidumbre que se transforma en disgusto cuando un resultado se retrasa.
El mejor team de ceballo 8
Posted by Damian Rodriguez Perez on Saturday, February 20, 2021
Pero ser justos implica decir que, como mismo los pacientes esgrimen inconformidades y Ceballos 8 ha sido sentenciado en la vox populi, el personal médico y el de apoyo, también, llevan entre pecho y espalda sus propios descontentos. El mejor ejemplo lo explica Alexis Díaz Cañizares, jefe del Grupo de Apoyo, quien se ha dado a la tarea de establecer una lista con los artículos que existen en cada casa y su estado a la llegada de los pacientes, pues las altas médicas han derivado en luces, llaves de agua y forros de colchones perdidos.
Alexis habla con tristeza porque la lista por sí sola no será solución mágica y sabe que, antes de ser designado centro de aislamiento, 73 de sus compañeros en la Empresa Agroindustrial Ceballos iban a ser beneficiados con estas viviendas y no pudieron ni siquiera estrenarlas. Solo lo reconforta saber que de la limpieza y la higiene no han existido quejas.
“El Grupo de Apoyo está integrado por 35 personas y llevamos un año trabajando aquí. Muchos sabíamos cómo actuar en estos casos por ser voluntarios en la Cruz Roja Internacional, pero el resto ha recibido capacitaciones sobre medidas y protocolos sanitarios. También se nos han incorporado otros miembros para la chapea de las áreas verdes. Hasta ahora nadie ha enfermado y las personas agradecen lo que hacemos.”
La limpieza de pasillos y superficies, mantener pasos podálicos y desinfectantes en cada nivel, así como la higienización de las casas, son parte de una rutina que empieza a las 7:00 de la mañana y termina al anochecer.
La higiene es parte del día a día en Ceballos 8
Probablemente, además de los pantristas, son sus caras las más vistas por los pacientes, y ese ir y venir lleva la responsabilidad añadida de saber responder y complacer. Con lo único que son inflexibles es con el uso del nasobuco. Tocan la puerta, se separan a un metro y exigen que todos se lo coloquen antes de cruzar el umbral.
Por eso, no exagera María Mercedes Mancebo Pascual, residente de primer año de Estomatología, cuando habla de la paciencia y la psicología necesarias en cada visita con el estetoscopio y el esfigmo en mano. “No siempre se comprende la necesidad del aislamiento ni se acepta igual este lapso entre cuatro paredes.” La entrega de la guardia comienza a las 8:30 de la mañana.
En el área verde, desde un pequeño cuarto que funge como Departamento de Estadística, se describe en números hasta el más mínimo detalle. Con un equipo de 12 profesionales de la Salud, de ellos tres médicos, dos enfermeros y siete estomatólogos que laboran como ayudantes de enfermería, cualquiera pudiera pensar que los recursos humanos colapsarían si el centro estuviera a plena capacidad.
Sin embargo, para una vigilancia clínico-epidemiológica la norma indica que un especialista cada 60 personas y un enfermero cada 30 son suficientes. En Ceballos 8 también existe un stock de medicamentos de urgencia, que van del oxígeno hasta antipiréticos (dipirona y paracetamol) y antibióticos. Una descompensación hipertensiva o un dolor de muela se atiende en la unidad de Salud más cercana, para las emergencias se activa el SIUM y ante cualquier síntoma sospechoso se indica el traslado inmediato. Es la casa número 37 a la que nadie quiere ir a parar.
Allí se aísla a los pacientes confirmados, mientras que quienes compartieron con ellos la casa, o sea, el resto de los contactos derivados del foco, deberán esperar otros cinco días para repetir la prueba. Este segundo aislamiento suele ser más irritante. “El personal médico nos visita a diario”, explicó Yulier Laredo
Precisamente esta es una de las ideas que ronda a Yulier Laredo García desde que recorrió los kilómetros que separan a Chambas de Ceballos: un resultado positivo para alguno de los suyos y una espera demasiado larga. Por suerte, ya van acomodando su estancia con un televisor y un refrigerador para conservar la leche de su niño.
Se supone que los trabajadores de la cocina no tengan contacto con el resto del personal. Allí se elaboran los alimentos, se acomodan en cajas de cartón con cubiertos desechables y se retractilan con nailon. También se cocina con leña y se hacen malabares para darle sazón a cada una de las cinco comidas que pasan por sus manos.
Cuando Invasor inventariaba su día en el centro, Oslaida Sosa, administradora del comedor, confirmaba un menú compuesto por arroz blanco, frijoles negros, salchicha en salsa, ensalada de tomate y calabaza. Mientras que la doctora Mayrelis Benedico se apresuraba a explicar que para los niños menores de 8 años y los pacientes diabéticos no falta la leche, y que para los mayores de 60 se garantiza el yogurt en las meriendas.
En Ceballos 8 se han confirmado en el mes de enero 38 contagios y 11 en lo que va de marzo. Allá un día no termina con la última comida, ni siquiera con la puesta del sol o la cabeza sobre la almohada. El tiempo es relativo, y para unos se mide en los 14 días de trabajo detrás de la sobrebata chequeando signos vitales; para otros en las entradas y salidas después de cada turno, y para el resto, con el desahogo de un resultado negativo.