La UEB Procesadora Industrial de Morón fija las metas de productos marinos para el 2021, tras enfrentar inestabilidad con las materias primas y frente a una demanda que no disminuye, ni siquiera con los nuevos precios.
A la entrada de la UEB Procesadora Industrial de Morón, perteneciente a la Empresa Pesquera Industrial de Ciego de Ávila, una pequeña cola confirma la necesidad y la buena acogida de una oferta que, en el día, consistía en masa de croquetas y filetes de tilapia.
Pocos días de enero han sido tan productivos como los de su última quincena, que intentan hacer frente a un plan mensual de 30 toneladas (t) de productos procedentes de la acuicultura y 60 t de la pesca en plataforma que llegan a pescaderías de Morón, Ciego de Ávila, Majagua, Venezuela, Ciro Redondo y Baraguá.
Oscar Buchillón Sánchez, director de la unidad, explica que son cuatro las producciones en las que se enfrasca la industria: las minutas, el pescado entero o fileteado, la sardina enlatada y la croqueta. Sus destinos, además de la venta en casillas especializadas, son la canasta básica y las dietas médicas de los municipios señalados, además de la exportación.
Para ello trabajan pescadores de Punta Alegre, Turiguanó y la Laguna de la Leche, en la modalidad de plataforma, mientras que la acuicultura se practica en Florencia y Baraguá. Otros municipios, como Bolivia, producen para el consumo propio y de territorios aledaños, como Primero de Enero, aclara Oscar.
• El despegue de la acuicultura es lento, así era la situación hace más de un año.
Aunar esos aportes en un plan anual de 1200 t de pescado de la acuicultura y 866 de la pesca en plataforma, significa sortear la inestabilidad de las materias primas como la sufrida en el último trimestre de 2020, que mutiló el cumplimiento del plan a poco más del 70 por ciento.
Ya en noviembre, el director provincial, Basilio Navarro Pérez decía a Invasor que el sector no atravesaba un buen momento, y argumentaba con procesos constructivos en la industria, cámaras de refrigeración insuficientes o dañadas, salarios mínimos para trabajadores casi inactivos.
Realidades son aún todas esas, y obstáculos que, junto a los precios indicados a principios de este año para los productos del mar, se entrometen en la meta de vender un kilogramo de pescado por persona cada mes, y a la que solo Bolivia se adelantaba a finales de 2020.
El propio Oscar Buchillón explicó a este diario que la conformación de los precios utilizó un índice de crecimiento de 4.32, y las quejas de los consumidores obligaron a reevaluar, dentro de lo rentable, ofertas más justas.
• Lea sobre la comercialización en agosto de 2020.
Dentro de las inversiones del año, la habilitación de un nuevo túnel de refrigeración se promete como solución para mantener mayores volúmenes de pescado en buen estado, una de las limitaciones que cita el director.
Tiempos de cambios corren al interior de la industria, en medio de la reunificación monetaria. Y mientras se desinfectan desde los contenedores hasta las paredes, y se perfilan volúmenes productivos, la cola sigue apacible afuera, porque el pescado no deja de hacer falta.