Hay sitios que afectan la estética de un municipio. Hay daños que son muy evidentes, como el deterioro del mobiliario o los grafitis en muros y edificios, por ejemplo. Pero, existen otros aspectos como las manchas en el suelo o los malos olores, que también deslucen el entorno y dependen, además del cuidado social, de un sistemático mantenimiento y control.
Céntrico en la ciudad cabecera, Bajos de Los Elevados fue hace años, y pocos avileños lo habrán olvidado, una zona donde la población acostumbraba a ir a buscar alimentos (cárnicos y agrícolas), en un concurrido mercado que con el tiempo no dio buen semblante a la zona. Esa área urbanística escribe su historia con cierta desdicha, al ser marginada en el imaginario local.
En 2015, la socióloga avileña Lissete Arzola de la Rosa, en su trabajo Caracterización de la comunidad los Bajos de los Elevados del municipio de Ciego de Ávila, expuso diversas problemáticas sociales de allí, como la venta ilegal, violencia pública y la falta de educación formal.
El emblemático espacio ha sido, en su siglo de existencia, el espejo de sus habitantes, según conversación con Gonzalo Herrera Collado, muy conocedor de su terruño. Y es que, un escenario como ese crea identidad en la zona donde está ubicado y exhibe la des-preocupación existente por su devenir.
Se suman pavimentos y redes hidrosanitarias en mal estado, olores insoportables y residuos por doquier (hasta en las jardineras que nunca lo fueron). Si la realidad fuera otra, sería común escuchar entre los vecinos “mi biosaludable” o “nuestro pequeño anfiteatro”, porque lo son, tanto como del Estado.
Es muy desagradable ir de paseo y, de repente, sentir peste a orine. Durante las noches, se le adhiere la afluencia de gente que le consideran refugio o sitio de encuentro, en su penumbra y silencio. De ahí las indeseables huellas en las calles, esquinas, columnas.
? ¿Será que los Bajos de los Elevados un día logrará ser un proyecto sociocultural sostenible? #CiegoDeÁvila
Posted by Guajiro Periodista JAleM on Tuesday, September 1, 2020
Así, la elevación que nació para facilitar el constante tránsito de trenes por la línea que le atraviesa, aunque hoy el movimiento férreo por ella sea esporádico, vio nacer el primero de noviembre de 2009 un proyecto deportivo-cultural que, con el paso de los años, pierde su polivalencia (presentaciones de libros, espectáculos culturales, exposiciones de artes plásticas, educación vial…), víctima de las indisciplinas, la falta de pertenencia y empuje, de promotores in situ, seguridad y de “pasarle la mano”.
Así reseñó el periódico Invasor el 7 de noviembre de 2009 el estreno del proyecto deportivo-cultural
Sus edificaciones colindantes, entre viviendas y cuarterías, con instalación de agua por tubería dentro o fuera, no son únicas en la provincia, pero lo que sí no abunda es Los Elevados como este en Cuba, al decir de Gonzalo Herrera Collado.
El Poder Popular, la Dirección de Deportes (con sus promotores) y Servicios Comunales, entre otros, a pesar de tener sobre “sus espaldas” varios objetos de obra por re-hacer, deben poner énfasis en estos elementos urbanos, que llevan años refuncionalizándose, sin los efectos esperados. Una vez que los mobiliarios comienzan a tener desperfectos y se maltratan, el deterioro se acelera, por lo que hay que tratarlos cuanto antes, cosa que no ha sucedido.
Tomando estas deficiencias como desafíos, tener ese punto de referencia —como lo es— exige estar al tanto del residuo por eliminar y el aparato por restaurar, pues los espacios públicos son indicadores de vida de una ciudad, un recurso paisajístico que favorece el desarrollo de actividades (ir a pasar un rato agradable o hacer alguna actividad física), aunque todavía no se logra, quizás porque no fue bien planificado y faltó continuidad en el proyecto de un “nuevo barrio”, con intervención siempre comunitaria.