Este 6 de septiembre, Cuba celebra el Día del Trabajador Estadístico. Desde Ciego de Ávila, Invasor entrevista a una experimentada trabajadora del sector
Hay una encantadora mujer en la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Ciego de Ávila que lleva 40 años encargándose de captar, procesar y ofrecer números, que son mucho más que números, por supuesto. Pero, su economía de palabras, como si las fuera contando una a una, hace que viva con exactitud, incluso, a la hora de comunicarse. Apenas adjetiva y sus respuestas son como las de una encuesta.
Trabajadora del Departamento de Procesos, María de la Caridad Castillo Ravelo no lleva “cualquier cantidad de datos”, sino aquellos que, con leerlos bien —porque las cifran también se leen—, precisan dónde estamos y a qué aspiramos como provincia y nación. Hay allí un conocimiento práctico y real, una eficaz herramienta de análisis, que se convierte en instrumento de evaluación y decisión.
“Atiendo la parte global de la economía, o sea, lo que tiene que ver con los estados financieros de las empresas, unidades presupuestadas y asociaciones económicas internacionales radicadas en el territorio avileño. Para cada una hay diferentes modelos”.
Es una especie de “doctora”, porque es capaz de tantear la salud financiera de la provincia. Dicho en buen cubano, ella tiene que ser una profesional modelo en el ejercicio de su actividad, porque “en las tablas es o no es”.
María de la Caridad es, en este momento, una jubilada recontratada en el mismo puesto, el que ocupa desde 1981. “Estudié técnico medio en Contabilidad, en la antigua escuela de Economía Pablo Elvio Pérez Cabrera, de Ciego de Ávila. Aquí, en Estadística, fueron mis primeros pasos y mira cuánto camino he recorrido. Y sigo, mientras pueda”.
Domina su labor, lo que solo se logra con la permanencia, dedicación y el coraje de enfrentarse a los cambios tanto económicos como tecnológicos. Sí, porque pasó de dominar una computadora CID-300, los rollos de cintas magnéticas, las tarjetas perforadas… a disfrutar una técnica cada vez más fácil y cómoda.
También cuenta que, en sus primeros años, no se cerraba la información estadística en Ciego de Ávila, sino que se trasladaban para Camagüey y allá se hacía, lo que conllevaba un sacrificio mayor. Para no equivocarse, hay que contrastar, exigir transparencia y defender la objetividad.
Sabe que el país se nutre de las informaciones que la ONEI procesa, de ahí la altísima responsabilidad en lo que se traslada desde la base. Y ella es categórica cuando explica que no están facultados para quitar ni agregar, por lo que la materia prima con la que operan tiene que ser real, o los errores “saltan” rápidamente.
Pensar en 40 años, entre bases de datos, informes, tablas, “una pila de indicadores”…, no es fácil. Son cuatro décadas ilustrando y mostrando un sendero. Una vida casi entera, ejemplo de confianza, superación y disciplina. Y créanme, para María de la Caridad Castillo Ravelo no hay cualidad más definitoria que la disciplina.
Quizás, para sí misma, humildemente, no se vea como imprescindible, pero lo es. Haber sido recontratada no es un favor que le hacen a su persona, sino un favor que ella le hace a su territorio y nación. Y se le agradece, tanto por sus compañeros como por los favorecidos con su intachable desempeño.
Comparte sus conocimientos, aunque confiesa que no le gusta la docencia. “Por aquí han pasado buenos muchachos en sus prácticas laborales y servicio social. Existe vínculo entre las instituciones formativas y la oficina nuestra”. Es capaz, incluso, de mencionar nombres de jóvenes que hoy asumen cargos y que una vez pasaron por su departamento.
“Fíjese si esta tarea es compleja y exige muchísima precisión que se dio, hace algún tiempo, un error con una supuesta planificación de exportación de servicio. Hubo un corrimiento de fila en la información tabulada ofrecida y, aunque cuadraba todo en números, no había exportación alguna proyectada”.
Insiste en que, “cuando algo no coincide, es muy engorroso. Estadística no pone ni quita números. Estadística le informa a sus entidades que sus datos no están correctos, para que los revisen. Pero, ya eso es atraso”.
No teme procesar información alguna. “Se han ido agregando indicadores y actores económicos, cambios de estructuras, pero sé hasta dónde puedo llegar”, enfatiza. Y sí, es muy preciosista, autodidacta, receptiva y perceptiva.
“¿El trabajo más difícil? Hasta cierto punto, porque todo tiene su complejidad, fue tener que ofrecer las informaciones, indicador por indicador y municipio por municipio, para la emulación del 26 de julio a nivel provincial. ¿Y el más fácil? Puedo decir, a estas alturas, que ya domino bastante lo que hago. Y, gracias a eso, salgo adelante con facilidad”.
Más allá de una mujer comprometida con su labor, hay que hablar de su vida matrimonial consagrada, pese a que su esposo hace cuatro almanaques murió. Por coincidencia, llevaban casados 40 años. Hoy, además de con sus números, cuenta con sus padres, su hermana, sus tíos, su sobrino-hijo.
“No tuve hijos, pero vivo con mi sobrino Julio César, de 23 años”, añade. Prácticamente, se lo ha robado a su hermana, le digo. Y sonríe, pero (me) deja claro que no es así. He ahí ese concepto de “familia maravillosa, muy unida” que nos hace ver.
“Mis padres viven en una finca, la de los Ravelos, detrás de Ceballos Uno. Mi papá siempre ha trabajado la tierra y mi mamá es ama de casa. Con 92 y 84, respectivamente, se mantienen bastante activos. Todos los fines de semana nos reunimos con ellos”.
De esta forma, María de la Caridad, enfrenta un considerable volumen de cifras que se actualizan constantemente. Ha dejado atrás la lectura y los deportes. No así el café, su aliado mañana y tarde. Y los días pasan, entre cuentas que se suman a su existencia, multiplicando saberes, dividiéndose entre familia, amigos y compañeros de trabajo, y restándoles “dolores de cabeza” a otros.
Así sucede cuando se vive con exactitud. Cuando se vive un día a la vez, haciendo lo que gusta. Cuando se suma vida a los años y mientras “el reloj”, desde la izquierda del pecho, “dé la hora”. No se puede hablar, obviamente, de la ONEI en Ciego de Ávila, sin mencionar a esta mujer, a la que pueden bautizarla como ilustre hija.