Armadura para espejuelos

Estar en el pueblo y no ver las casas debe ser, en realidad, un gran problema, según reza en el refrán popular. Algo así hace pensar a este redactor en varias interpretaciones: “Alguien que pasa de largo ante lo que es evidente para todos”, “Enajenarse, sin o con intención, para disimular la verdadera intención”; o “Justificar con un ‘no lo había visto’, con un ‘eso es parte de la situación que tiene el país’ o con un ‘nadie me había dicho nada’”. En cambio, el asunto en cuestión nunca estuvo oculto.

Así, entiendo yo, pasó, en alguna medida, con los casos que hoy se publican en esta sección. El primero es el de María López Verde, residente en el Edificio 1, Apartamento 8, en el municipio de Bolivia.

Cuenta la remitente: “He visitado en varias oportunidades la Óptica de Bolivia y la de Morón, sin embargo, en ninguna he podido comprar armaduras o cristales para mis espejuelos. El día 18 de julio me dijeron que no había transporte y debían mandar a buscarlos en La Habana, algo que me impactó mucho, pues creo que, teniendo en cuenta la situación actual, debían pensarse otras alternativas.

“Sé que cada entidad tiene definido su objeto social, pero no considero desatinado convenir un envío a través de Ómnibus Nacionales o de los medios de transporte de otras empresas que, comúnmente, viajan a la capital a la entrega de balances económicos, de modo que lleguen a la provincia sin necesidad de hacer otros gastos.

“Ahora volví el día 1ro. de este mes a la Óptica de mi municipio y la respuesta fue similar: ‘están en La Habana, pero no hay combustible’. Lo lamentable de este asunto no es solo que no se piense en otras maneras de ahorrarle recursos al país y, a la vez, de resolverle el problema a la gente, sino que en la Óptica Miramar, de Morón, una armadura cueste 35.00 CUC y los cristales, 30.00.”

El segundo caso es la respuesta a lo publicado aquí el 29 de junio (Clínica para perros), ofrecida por Basilio González, jefe del Departamento Provincial de Sanidad Animal, y Enier Argüelles Prado, jefe de la Unidad Empresarial de Base Servicios Técnicos de Veterinaria y representante de la Empresa Ruta Invasora, que atiende directamente la Clínica Veterinaria de Ciego de Ávila.

“Luego de la publicación en Invasor, nos dimos a la tarea de revisar la situación del lugar, sin embargo, por estar ubicado en el fondo del laboratorio y compartir la entrada con dos viviendas familiares, no se nos permite colocar techo o bancos para que las personas que lleven a sus animales esperen sentadas y a la sombra.

“Ante esta imposibilidad, nos ocupamos entonces de la parte interna del local. Ya se enchapó la meseta de la consulta y próximamente se acometerán las labores de pintura, mejoramiento del alumbrado, y el cambio de la puerta y las ventanas, todo ello por mantenimiento constructivo.

“También se ha valorado la posibilidad de un nuevo proyecto, en caso de que apareciera otra instalación que no esté alejada, o sea que permita el acceso desde todos los puntos de la ciudad, y reubicar allí la Clínica Veterinaria.”

De vuelta a las interpretaciones del viejo refrán, hechas al principio, soy de los que apuestan siempre por un Plan B que, en el caso de los espejuelos, no sería tan “imposible”, pero me llama la atención que no se busque ese Plan B, tan requerido por la población; y que las autoridades competentes de esta provincia nunca hayan advertido que la Clínica Veterinaria no lo es, y que humanos y animales la pasan muy mal mientras esperan allí durante horas.


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