Aunque nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, se haya referido a una habitación de hotel donde descansar (…una mínima pieza y no una pieza colosal…), algo similar, pero donde pasar el resto de sus días, es lo que pide Luis Guillermo Arias Bolaños, de 67 años, y residente en la cooperativa Héctor Díaz Valdés, de Sanguily, en el municipio de Venezuela.
Arias Bolaños cuenta en su carta: “Hace dos años o más me quejé de la situación que confronto con las ruinas de lo que fue mi vivienda, pues cuando el último ciclón fui a protegerla, asegurando el techo, la misma se cayó, quedándome sin mucho para su reconstrucción.
“Esta queja la hice llegar, en dos ocasiones, a las oficinas del Consejo de Estado. Después de ese trámite se personó en mi casa la compañera Gisela Columbié, quien traía en su poder la notificación del Consejo de Estado, donde se expresaba la obligación de informar a dicha instancia la solución que daría a mi vivienda.
“Le mostró mi esposa lo que habíamos podido construir con lo poco que nos quedó del derrumbe total: piso de tierra, paredes con algunas tablas y pedazos de zinc, techo que llueve más dentro que fuera, horcones de marabú…
“En nuestra presencia manifestó que se había hecho un mal trabajo por el delegado (…) que ella daría solución definitiva a mi situación, planteándome que me personara en su oficina en septiembre del año pasado. Esperé hasta la fecha indicada, fui y cuán sería mi sorpresa y mi disgusto cuando me dice que ella no se acordaba de haber estado en mi casa y que tampoco me había dicho que fuera en esa fecha.
“Yo no quiero que se me regale nada para mi vivienda. Solo que se me conceda un subsidio o crédito para poder construir no una casa lujosa, sino una donde mi esposa y yo podamos vivir sin el temor de mojarnos o a que una pared nos caiga encima”.
Deja claro el remitente en la misiva su total inconformidad con el tratamiento recibido en su territorio. ¿Cabría preguntarse cuál fue la respuesta enviada al Consejo de Estado, en relación con el caso? Mejor no, y sí confiar en que la solución no demore, en tanto el período lluvioso se aproxima; aunque con lluvia, o sin esta, Arias Bolaños, como Guillén, no exige tanto: “…una mínima pieza y no una pieza colosal, una pequeña pieza donde yo pueda descansar”.