Invasor visitó áreas de baño de los municipios de Venezuela y Baraguá, en Ciego de Ávila, espacios que forman parte de lo acostumbrado para la etapa, con el denominador común de ver a los usuarios sin, al menos, el distanciamiento físico que demandan tiempos de rebrote, que exigen “ponerse en fase” ante el riesgo.
En la piscina deportiva, en Baraguá, la afluencia era poca y las ofertas recreativas muchas. Así lo destacó Daymí Fuentes Enrique, jefa del departamento de la actividad deportiva en ese territorio avileño, quien también explicó cómo hasta los seis consejos populares llegan alrededor de 20 promotores, con medios propios y entregados por la Dirección Municipal de Deportes, esos mismos que durante la pandemia se sumaron a labores de pesquisaje y mensajería.
Por otra parte, el motel Itabo, de esa zona, que sirvió de centro de aislamiento durante casi todo abril, aunque estuvo preparado tiempo antes, arrancó la etapa estival el 11 de julio. Según su administrador, Osbel Ortega Álvarez, tuvieron “un corto período para reparar el centro, pero alcanzó para pintar y dar mantenimiento a las habitaciones”.
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Posted by Periódico Invasor on Saturday, August 8, 2020
El centro dispone de servicio de alojamiento, piscina, ranchón para pasa-día (con pizzas, espaguetis, comida criolla), restaurante y bar frío. “Las actividades son solo diurnas, con deporte incluido, y el bar frío es para huéspedes, con música hasta las 11:00 pm”, agregó.
“Los clientes reciben un módulo con 12 cervezas Cacique, 12 en botella, un pomo de refresco, un paquete de galleticas dulces, uno de galletas de sal y pelly. Hasta este momento, hay nueve habitaciones ocupadas, pues la número 10 —total a ofertar— está fuera de servicio por problemas con el techo, en trámites de reparación.”
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Allí se conoció que el motel, inaugurado en agosto de 1984, atiende a organismos como Salud, Educación, Gobierno y Comercio, con dos habitaciones del buró de reservaciones. “Poseemos otras cuatro habitaciones en zapata y dos a altura de arquitrabe, desde hace buen tiempo”, dijo Ortega Álvarez.
En ese lugar conocimos a la trabajadora Hilda Élida Pérez Darna, quien comenzó en el establecimiento en 1982, como custodio, pero bien recuerda aquel 6 de agosto de 1984, año en que Baraguá fue sede por las celebraciones del 26 de Julio en la provincia, y se inauguró el acogedor lugar.
De recorrido por Venezuela, estuvimos en la piscina de El Palacio (antigua y olvidada edificación colindante), en la que fue más evidente la falta de percepción de riesgo, si bien a la entrada del sitio existen las formas de desinfección, aunque con la desfavorable práctica de “responsabilizar” a los visitantes con echarse ellos mismos la solución de agua clorada.
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Posted by Periódico Invasor on Saturday, August 8, 2020
Lamentable resulta la situación del “parque de diversiones” cercano al área de baño, en el que varias de sus piezas padecen de roturas, lugar recordado por cada lugareño y foráneo que alguna vez habitó cerca. Paradójicamente, un cartel en la puerta anuncia que los lunes no abre por mantenimiento, lo que más falta le hace.
Muchos de los bañistas, niños en su mayoría, piensan que todo acabó y el verano 2020 es el de siempre. Sin embargo, por encima de que Baraguá aportara pocos casos confirmados a la COVID-19 en meses anteriores, Venezuela carga con el estigma de la muerte, eventos de trasmisión, indisciplinas, ocultamiento de síntomas y números a tener muy en cuenta por todos, porque bastante dicen.
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