Caía la tarde y la tranquilidad reinaba en el pequeño parque denominado Indalecio Montejo, en el reparto de igual nombre al norte de la ciudad de Ciego de Ávila.
En verdad, el calor arreciaba, pero los vecinos estaban tranquilos en sus moradas, a tono con la disciplina que se necesita para escapar de los peligros que genera la Covid-19.
De pronto surgió un murmullo, un movimiento extraño y algunos gritos de la gente llamándose de casa en casa: “¡Hay vacas en el parquecito! ¿Quién fue el loco que las dejó escapar?”
Transcurridos unos minutos apareció un jinete y de inmediato reagrupó a los animales, que abandonaron el parque con rumbo a los potreros cercanos a esta parte periférica de la capital avileña.
El hecho pudiera ser intrascendente para una localidad que precisa de la crianza de animales tan necesarios como el ganado. Lo lamentable radica en el descuido de dueños y cuidadores, que en plena epidemia no garantizan la protección de tan valioso recurso, que a su vez, se expone al contagio de la peligrosa enfermedad.
La máxima dirección del país ha solicitado, de manera insistente, el respeto a las normas establecidas, el cuidado de la higiene colectiva e individual para evitar la propagación, además, insiste en la protección de los recursos.
El recorrido de este rebaño pudo llegar a un final tranquilo, aunque los irresponsables que permitieron el escape deben tener, como mínimo, el susto ante la posibilidad de ser multados o que les decomisaran las reses. Esperemos que tengan en cuenta que estas situaciones no deben repetirse, y menos, en tiempos de pandemia.