Abuelos avileños con distanciamiento y mucho corazón

El creciente envejecimiento poblacional indica que la atención al adulto mayor requiere el incremento de instituciones que aseguren una vejez armoniosa y segura para quienes llegan a esa etapa de la vida.

Sin pompas ni lujos extraordinarios acontece la estancia de medio centenar de personas de la llamada tercera edad, que disfrutan de los beneficios de la remozada casa de abuelos Celia Sánchez Manduley, en la ciudad de Ciego de Ávila.

•Consulte: Nos vamos poniendo viejos.

Una de las antiguas moradas de la calle Joaquín de Agüero, entre Abraham Delgado y Narciso López, en la capital provincial, retorna a su funcionamiento habitual marcado por características imprescindibles como higiene, pulcritud y abundancia de amor, más ahora, cuando el Estado intensifica el cuidado a este sector poblacional.

Justo en tiempos cuando la COVID-19 arrasa por el mundo, este lugar deviene refugio para sus huéspedes, a quienes les ofrecen una esmerada atención durante los días laborables para que sus familiares asuman los deberes, siempre con la confianza de que los veteranos están a buen recaudo, con todas las medidas para evitar infecciones respiratorias agudas, o sea, el uso del nasobuco, el distanciamiento entre ellos y normas decisivas como el lavado correcto de las manos, más es responsabilidad de la familia el dejarlos en el hogar cuando surgen afecciones catarrales.

En ese ambiente acontece la faena de la rehabilitadora social y ocupacional Yuliexis Osorio Rodríguez y la enfermera Mailyn Naranjo Ruiz, dos de las especialistas encargadas de que la institución funcione como corresponde.

Tras un breve diálogo con ambas trasciende que al remozado local se remiten pacientes con deterioro cognitivo ligero o moderado, a quienes les ofrecen diversas opciones para ejercitar el cuerpo y el alma.

 abuelasEl matutino, primera actividad del día, motiva a interesantes debates

“Aquí hacemos matutinos, ejercicios físicos, caminatas y actividades garantizadas por trabajadores de la casa de cultura José Inda Hernández, la Biblioteca Provincial Roberto Rivas Fraga y de las artes escénicas”, afirma Yuliexis.

“Por estos días, no todos están viniendo porque muchos de sus familiares permanecen en casa, que es lo indicado en numerosos centros de trabajo”, asegura Mailyn, quien hace referencia, también, a que los casos afectados por infecciones respiratorias agudas, de los cuales presentaban dos al momento de nuestra visita, deben quedarse en casa para evitar complicaciones.

Otras actividades que desarrollan tienen el propósito de ejercitar la memoria, les imparten charlas educativas y dinámicas de grupos, además, se les beneficia mediante consultas de psicología, nutrición y geriatría.

En opinión de Yuliexis, las preferencias de los mayores están en la televisión, el video y el juego de dominó, aunque el jardín de plantas medicinales, a pesar de que no cuentan con el espacio adecuado, ya es una realidad lograda por los propios abuelos con la siembra en macetas y latas.

María Elena Felipe Ordóñez, una de las asistidas con este humanitario servicio, es de las que mayor participación tiene en los matutinos y debates. Si bien el nasobuco imprescindible de esta etapa le ocultaba las expresiones del rostro, su tono de voz sugería agradecimiento por la atención que recibe.

María Elena FelipeMaría Elena Felipe, una de las abuelas con mayor participación en los debates y diálogos

“Somos abuelos que vivimos solos la mayoría. Aquí estamos acompañados, con atención y la presencia de la enfermera y la cuidadora social. Vemos la televisión, hacemos conversatorios y aportamos ideas. Estas instituciones fueron creadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro y constituyen una ayuda muy grande para nosotros”, expresó la agradecida señora.

El más recién llegado paciente es un personaje popular en Ciego de Ávila. Su nombre oficial es Nellyp Musa Gómez, pero sus amigos lo conocen como El Moro.

enfermera y abueloEl expelotero, conocido como El Moro, recibe la ayuda de una de las trabajadoras

Hablar de su etapa como jugador de béisbol junto a estrellas de la región como Miguel Cuevas y Everildo Hernández sigue siendo una de sus pasiones.

“Yo era receptor y jugamos en varios lugares del país. A menudo mis amigos, en el parque Martí, me recuerdan una ocasión, cuando el pelotero Abilio Amargo se lanzó a toda velocidad para home, intenté bloquearlo y el encontronazo fue terrible. En realidad, me gustaría que se acordaran cuando daba jonrones que de aquel impacto tan violento.”

Llegado a ese punto le pido que cuente otra anécdota de su etapa como atleta. La memoria se le ilumina.

“Recuerdo que jugábamos en Cienfuegos. El pitcher rival era de Caibarién, y le conecté jonrón. Cuando pasaba por tercera me gritó que en mi próximo turno al bate me daría un pelotazo. Por suerte, Orlando Marín, director de mi equipo, lo escuchó y se quejó con el árbitro, quien hizo una advertencia al lanzador. Poco después, el pitcher me ofreció disculpas y me dio un abrazo. Así debe ser. Que predomine la cordialidad”, afirmó el expelotero.

Terminado el diálogo empieza otro proceso en la vieja casona. Es la hora de merendar y junto al pan con pasta de bocadito llega un agradable jugo de guayaba que mitiga el calor de la mañana y, de paso, constituye un modo natural de suministrarle vitaminas al cuerpo a través de las frutas.

Ya en la despedida del equipo de prensa puntualizamos datos interesantes. La mayoría de los allí presentes rebasa las ocho décadas de vida. Todos reciben una alimentación basada en el desayuno a las 7:30 de la mañana, en par de horas llega la primera merienda, al mediodía les corresponde el almuerzo, cerca de las 3:00 vuelven a merendar y comen a las 5:00 de la tarde, antes de retornar a casa. Más la asistencia especializada a la cual hicimos referencia. ¡Todo por el módico precio de 180.00 pesos al mes!


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