Bien caliente va a ser este verano, con las temperaturas que se prometen, cuando acompañemos sombrillas y espejuelos con el obligatorio nasobuco. Aunque si a alguien le molesta el sofoco de ir con la cara cubierta bajo el sol de julio, debe pararse a pensar en esos tantos sofocos que el coronavirus nos ha disfrazado de jerga médica: confirmados, fuentes de contagio desconocidas, pacientes asintomáticos, fallecimientos...
El calor de estas vacaciones es solo un ápice de esa nueva normalidad en la que nos enfrascamos. Y en ese tema, al menos, no somos nuevos.
Puede ser difícil imaginarse un verano en el que no veamos muchachos correteando por los parques o las aceras, las playas llenas de gente y los padres volviéndose locos por llevar a la familia a alguna piscina. Pero al 2020 hay que agregarle varios ingredientes para que la diversión no cambie el curso de una línea que el miércoles 24 de junio casi tocó el punto añorado. Harán falta nasobuco, distanciamiento, higiene, y mucha responsabilidad.
Será un verano salpicado de precauciones porque no quedará más remedio que estar pendientes de todo eso: de saber qué hacen los niños y con quién, de vigilar cualquier fiebrecita, de no descuidar catarros, seguir lavando a mano los nasobucos y llevar hipoclorito o desinfectante en los bolsillos.
Incluso en las instalaciones turísticas habrá que andar pendientes. Así lo confirmaron a Invasor Dévora Álvarez Valido y Alys García Hernández, directoras de la Empresa de Campismo Popular y de la Sucursal de Islazul en Ciego de Ávila, entidades que se regirán por un nuevo protocolo coordinado entre los ministerios de Salud y Turismo, que otorga también a los clientes la responsabilidad de respetar normas sanitarias.
En consecuencia, las discotecas de los hoteles ya no permitirán tumultos en la pista de baile, y funcionarán más bien como bares, con servicio de coctelería a las mesas. Los restaurantes no completarán su capacidad a fin de que exista una distancia prudente entre las mesas, las piscinas podrán acoger solo al 30 por ciento de los bañistas y en las áreas comunes de hoteles y bases de campismo será obligatorio el uso del nasobuco.
A priori, esos requisitos no parecen menguar la necesidad de esparcimiento de los avileños, puesto que, según Dévora las instalaciones de Boquerón, Punta Alegre y Los Naranjos están reservadas durante los meses de julio y agosto, mientras que El Charcazo comenzó a comercializarse hace muy poco.
No es de extrañarse, porque estos últimos meses han traído situaciones de estrés y esfuerzo físico y mental para los trabajadores que mantuvieron sus funciones, los reubicados y los padres o abuelos que se quedaron en casa. Eso sin contar a los niños, que son quienes vivieron el confinamiento con mayor rigor.
• Sobre la convivencia y las situaciones de ansiedad generadas por el confinamiento Invasor escribió
De ahí que el tiempo libre comience a revalorarse en el futuro más cercano, al igual que la posibilidad de compartir con la familia, reencontrase, celebrar los cumpleaños pospuestos o incluso ahogar el calor.
Pero no quedará más remedio que mirar bien de cerca conductas que antes parecían inofensivas, como la cercanía física con desconocidos o el consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos. Habrá que reevaluar las maneras de divertirse, y pensar que hacerlo en casa, mantener discretas las reuniones familiares y tener presente el riesgo, pueden ser una inversión en tranquilidad para el verano de 2021.