Sobrevivir al SARS-CoV-2, y a la cuarentena

Pensando en la salud mental de las familias avileñas, Invasor acude en busca de respuestas a la psicóloga educativa Beatriz Azcuy, investigadora de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez

El niño tiene siete años y no entiende por qué no puede salir a jugar pelota. A veces, su papá se preocupa porque se queja de dolores de estómago y no quiere hacer las tareas. Su hermana cambió la noche por el día desde que no tiene que ir a la secundaria. Apenas responde con un sí o un no cuando le hablan, sin dejar de mirar su Instagram. A mamá ya no le alcanza el tiempo. Ahora tiene que trabajar, revisar las tareas de los hijos, ocuparse de la casa, economizar con el aseo, el aceite o la electricidad, y desinfectar hasta el cansancio cada vez que alguien sale. Para colmo, el abuelo ya es mayor y desde que no va ni siquiera a hacer mandados está medio deprimido.

• Un acercamiento de Invasor a este tema

En todos ellos piensa Invasor en medio del aislamiento moderado de muchos y la cuarentena más estricta de las familias en Turiguanó, porque, sin saberlo, responden con los recursos emocionales que pueden, a las situaciones de ansiedad y estrés que ha agudizado en los últimos dos meses un virus llamado SARS-CoV-2. Por eso acude en busca de respuestas a la psicóloga educativa Beatriz Azcuy, investigadora de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, que atiende a la petición de Invasor desde México, donde reside temporalmente en su labor de profesora.

La pandemia, asegura ella, nos expone a un contexto nuevo, desconocido que genera en niños y adultos incertidumbre, e incluso angustia, por la ruptura en la vida cotidiana, el aplazamiento de metas y, por supuesto, la amenaza que entraña para la salud, e incluso para la vida. Contra todo eso, la doctora Beatriz encomienda la respuesta a la claridad entre aislamiento físico y social. “El aislamiento tiene que ser físico, para evitar la transmisión, pero tiene que mantenerse el contacto social, sobre todo con las personas que viven solas”. En Cuba tenemos “la suerte o la desgracia”, comenta, de que conviven varias generaciones en la misma casa, y ya ese contacto humano es significativo.

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— ¿Cómo suelen reaccionar los niños y adolescentes ante el confinamiento?

— Es común que experimenten cambios en la conducta, porque no están acostumbrados a permanecer dentro de la casa todo el tiempo. En Cuba ellos acostumbran a salir y jugar con otros niños, no es como aquí en México, por ejemplo, que no tienen tanta libertad por el temor de los padres a la violencia. Por eso ellos tienden a comportarse diferente, pueden tener trastornos en la alimentación, porque el aburrimiento y la ansiedad los llevan querer comer todo el tiempo e, incluso, puede que se quejen de dolores reales o ficticios para reclamar la atención de sus padres.

“Los adolescentes suelen modificar sus horarios o rutinas, al no tener obligación de levantarse temprano para ir a la escuela, o por la dificultad para dormir. Sin embargo, lo más peligroso es que ese grupo etario adopta una actitud de sentirse infalibles, con una baja percepción de riesgo. Piensan que no les va a pasar nada, quieren salir y puede que no respeten las normas sanitarias.”

— ¿Qué pueden hacer los padres al respecto?

— Lo primero que yo recomiendo es que mantengan un horario estricto, que respete las horas de sueño. No pensar que como el niño no tiene que ir a la escuela lo voy a dejar dormir hasta las 10:00 am o las 11:00 am . Es importante organizar con ellos un plan de vida, que incluya tareas escolares, obligaciones en la casa y tiempo de descanso.

“Además, se debe controlar la manera en que ellos administran el tiempo libre. Una buena idea es incluir juegos individuales o en grupo en sus rutinas, como algún juego de mesa, u orientarles una lectura amena y luego comentarla con ellos para comprobar, o enfocarse en actividades creativas. Mi nieta, por ejemplo, me contó que está escribiendo un diario, y me lee a veces lo que escribe. Eso es muy positivo, pero hay otras opciones, como cantar, bailar, hacer títeres con medias y objetos comunes, hacer un collage con fotos familiares o recortes. Son maneras de canalizar el malestar, y a la vez tener un tiempo productivo, en el que el niño puede adquirir habilidades nuevas”.

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“Hay algo positivo en todo esto, y es que resulta un buen momento para hablar con los niños acerca del autocuidado. Como mismo se les insiste en usar el nasobuco y lavarse las manos, se puede aprovechar para hablarles sobre las maneras de cuidar su cuerpo, la higiene y la salud. Junto con ellos, la familia debe ocupar al menos 30 minutos de actividad física o ejercicios, para evitar el sedentarismo.

— ¿Para los adultos mayores cómo es verse separados de sus redes de apoyo o familia?

—Para ellos el riesgo que conlleva ser el grupo etario que enfrenta una mayor letalidad de la enfermedad es muy estresante. Genera una tensión adicional. Para los que viven solos es peor, porque pierden el apoyo de sus familias, aunque en Cuba hacemos cualquier cosa por ir a verlos y ayudarlos. Es indispensable mantenerse comunicados con ellos, conversar, estar pendientes de su estado de ánimo, y tratar de que no se depriman, porque la depresión puede ser negativa para su salud.

La doctora Azcuy no solo alerta sobre el cuidado de niños y adultos mayores, sino que aclara que la situación económica y sanitaria agudiza el estrés en los jefes de hogares y los problemas de comunicación entre los miembros de la familia, potenciados por una convivencia más larga de lo acostumbrado, y la inactividad.

Además de conversar y manejar adecuadamente los conflictos o incomprensiones, explica que en los hogares violentos física o psicológicamente, se requiere de consejería especializada. “Aquí en México, como en muchos países, han aumentado los divorcios y las llamadas de ayuda por violencia de género, además de los feminicidios”. Para evitar situaciones de violencia, ya ha ofrecido en otras ocasiones el teléfono 33505490, perteneciente al Centro de Salud Mental moronense, que atiende cada semana de 2:00 pm a 4:00 pm a todo el que necesite apoyo psicológico.

• Invasor ha ofrecido otras alternativas

Para las madres que se desempeñan parcial o totalmente como amas de casa, los consejos dados hasta ahora también tienen repercusiones. Sume casi cinco horas diarias de trabajo doméstico y cuidado de otros (según el dato de que cada cubana emplea en ello 36 horas semanales), una hora acompañando la educación a distancia de cada hijo, más la carga del teletrabajo que enfrentan muchas mujeres directivas, o del trabajo convencional. Imagine entonces que además de todo eso, deban hacer ejercicios diariamente, jugar al parchís con sus hijos, estar pendientes de sus padres y suegros, y tener algún tiempo de descanso. Harían falta días de más de 24 horas.

Por eso Arelys se refiere también a la sobrecarga doméstica. “En las familias en que se mantienen roles de género estereotipados, es poco probable que cambien durante la pandemia, normalmente se recrudecen, pero es muy importante aprovechar este momento para reflexionar al respecto”. Y para democratizar la “división sexual del trabajo”, sobre todo con el apoyo de los hijos y el otorgamiento de responsabilidades a cada miembro del hogar.

No queda otra alternativa que estar pendientes todos de todos, si las claves para sobrevivir a la cuarentena social están dichas. Solo en armonía familiar puede haber motivaciones para que el niño dibuje, su hermana haga fotos a otras cosas además de sí misma, mamá y papá puedan tomarse una siesta en calma después de la cola del jabón, y los abuelos se hagan un jardín en la terraza. De ahí depende sobrevivir al virus, y aprender de la cuarentena, que es igual de importante.


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