Salvar y salvarse

Cuando el filo de los 14 días está más cerca rezan por un PCR negativo que los libere no solo del encierro, sino de la duda y la incertidumbre en esa carrera por salvarse, para después continuar salvando; en esa dualidad de médico y paciente

Si la foto no tiene el encuadre perfecto o la intensidad de luz ideal es porque dentro de las cuatro paredes que definen su cubículo en el Hospital Militar Octavio de la Concepción y de la Pedraja, en Camagüey, incluso el celular es un objeto peligroso y de uso personal, que no debe saltar de mano en mano.

Por eso de Jiusvel Novoa Díaz y Lianne Perdomo Mora solo nos llega un selfie, en el que se adivinan sus ojos, mientras que el resto de su fisonomía queda oculta tras los nasobucos y los piyamas a rayas. Desde hace 10 días le han dejado al celular el beso y el abrazo que no pueden dar cara a cara, y las palabras de ánimo y consuelo van y vienen de Morón a Camagüey, y viceversa, gracias a la conexión por datos.

Su lista de incertidumbres y malestares también comenzó con un PCR positivo al Sars-CoV-2, pero su historia es más incierta que la de la mayoría porque su fuente de contagio todavía es un dilema, que se escurre entre la posibilidad de haber contraído el virus en algún tramo del kilometraje diario recorrido para ir a trabajar, o después del contacto con algún familiar cercano.

Lo cierto es que Jiusvel y Lianne, además de marido y mujer, son médicos jóvenes que apenas tuvieron unos meses después de graduados para acomodarse en los Consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia número 22 y 11 respectivamente, en Ciro Redondo. Entonces, la Covid-19 se hizo noticia y los titulares que anunciaban el número de contagios y muertos le erizaban los pelos a medio mundo.

Por eso, verse en el centro de aislamiento para contactos de casos sospechosos, establecido en la escuela primaria Honorato del Castillo de este municipio, no fue una sorpresa, sino el cauce normal de su trabajo que los llevó a estar entre los primeros en dar su disposición.

• Lea otras historias surgidas en centros de aislamiento de la provincia

Al cabo de 14 días comenzó su descanso en aislamiento y las cifras mostraban que habían atendido entre 10 y 15 personas, en esa rutina que va de vigilar cualquier síntoma a chequear los signos vitales periódicamente. Hasta esa fecha todos los pacientes a su alrededor habían resultado negativos y cuando al séptimo día de reposo fueron ellos los positivos a la Covid-19 aquello les pareció una ironía de la vida.

Cómo el resto había escapado ileso y cuándo se contagiaron fueron casi preguntas retóricas que les martillaron la cabeza por varios días, precisamente, por conocer al dedillo los modus operandi que acompañan al virus. Aunque para ser exactos la conclusión ahora es que las medidas higiénico sanitarias se cumplieron al pie de letra en Honorato del Castillo, pues lo que pudo ser un evento de transmisión solo aportó dos casos a la triste lista de confirmados.

Después sobrevino la alarma al intentar definir una posible cadena de contactos que apuntaban directo a sus familias.

No se violó ningún protocolo ni hubo tibieza. Se suponía que hubiesen enfermado antes de entrar al centro de aislamiento por lo que sus familiares ingresaron bajo vigilancia y a las 12: 00 de la noche de ese mismo día llegaron ellos a Camagüey. Así comenzó esa otra historia que cuentan a retazos entre dosis y dosis, con una bránula en su brazo y con los malestares y dolores derivados de los efectos secundarios del tratamiento.

Si bien la medicación responde a protocolos individualizados en dependencia de los valores de laboratorio, la sintomatología y otras características específicas la Kaletra, la Cloroquina y el Interferón rezan en su historia clínica. Sin embargo, Lianne también ha incorporado el Rocephin debido a una pequeña lesión inflamatoria en un pulmón.

A estas alturas cuando el filo de los 14 días está más cerca rezan por un PCR negativo que los libere no solo del encierro, sino de la duda y la incertidumbre en esa carrera por salvarse, para después continuar salvando; en esa dualidad de médico y paciente que tampoco los ha librado de la congoja.


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar