Producir sin virus, el reto

No es que estemos dispuestos a vivir sin escuelas, obras de teatro y restaurantes abiertos, y eso lo demuestran las ganas perennes de que se acabe la cuarentena. Pero hay algo que estableció el 2020 como una verdad absoluta: sin agricultura, industria alimentaria, tiendas y servicios básicos sí que no podemos vivir.

Esos sectores tienen lo que se ha denominado trabajadores esenciales, porque mientras un profesor universitario puede orientar tareas desde casa, o deja los libros para colaborar en un centro de aislamiento, el obrero de una fábrica de conservas tiene que remangarse sobrebatas y nasobucos para ir a trabajar como siempre, como si no hubiera pandemia.

Es por eso que en los sucesivos "tira y encoge" que propicia la situación epidemiológica en una provincia (pongamos en el análisis a Ciego de Ávila), el equilibrio entre guardar en casa a todos los que se pueda y seguir produciendo todo lo que hace falta es bastante ligero.

Más aún si del funcionamiento eficiente de empresas, servicios y fábricas no depende solo la comida de 400 000 avileños, sino también de las matemáticas que asegurarán el rendimiento, las ganancias y los salarios de cada entidad, de cara a superar la prueba del ordenamiento monetario.

No le queda más remedio que producir al Combinado de la Harina, en Morón, que ganó en el 2020 un polígono industrial para elaborar vinos, conservas y caramelos, y que hoy tiene en reposo porque le cuesta caro el vinagre y la leña. Solo sobre la marcha podrá ajustar costos y utilidades.

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Tampoco puede parar una procesadora industrial de pescado, que abastece seis municipios y asegura dietas médicas, aunque eso signifique que una vez a la semana se deje de cortar pescado para desinfectar hasta las puertas.

A Invasor se lo contaba el especialista de calidad de la UEB enclavada en Morón, Delio Garrido Alfonso: "para la limpieza se cuenta con un equipo, pero en estas circunstancias hay que involucrar a más trabajadores", así se garantiza que desde la entrada de los suministros y hasta los contenedores de los desechos sean completamente inocuos.

Así fue establecido por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, hace dos semanas, durante la reunión del Grupo Temporal de Trabajo: la vitalidad económica del país debe mantenerse, respetando rigurosamente las medidas higiénico-sanitarias previstas.

Es ahí donde está la balanza que mide el equilibrio: la higiene y los cuidados en los centros de trabajo que no se detienen siempre serán pocos.

Desinfectar manos, poner pasos podálicos, evitar la entrada de personas ajenas y velar por si aparecen síntomas en el personal son maneras de asegurarse.

Ciego de Ávila lo vivió durante el rebrote de septiembre, cuando un caso positivo dentro del Combinado Lácteo de la cabecera provincial obligó a aislar a 67 personas sin detener la producción.

Y, aunque algún asintomático pueda generar situaciones imprevistas, no está de más revisar que las entidades que prestan servicios a la ciudadanía tengan a mano agua corriente, ventilación natural y medios de protección.

Es bastante complejo, por poner un ejemplo, que una tienda como Los Balcones, en Morón, que atiende a miles de clientes de la venta por circunscripciones cada día, se encuentre cerrada por causa de un foco.

No podemos parar de hacer galletas y vender detergente, ya lo sabemos. Hay que seguir, pero con todos los cuidados.


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