Tras los bajos índices productivos de 2020, las fábricas enclavadas en el Combinado de la Harina de Morón retoman sus labores habituales, mientras sortean situaciones de escasez y cambios de precios.
Mucho tendremos que esperar para que las galletas que se producen en la fábrica perteneciente al Combinado de la Harina de Morón sepan saladas en la boca de 400 000 avileños a los que, en teoría, deberían llegar; pero el hecho de que la fábrica haya comenzado a producir tras el aciago 2020 es noticia buena.
Más allá de que las 2.8 toneladas del alimento elaboradas este martes representen una cantidad ínfima en relación con la demanda de los consumidores de la provincia, Aidel Fernández Vázquez, director del Combinado, destacó que, de la amplia gama de productos para los que está equipada la entidad, el año nuevo ha materializado cuatro: el pepino encurtido, el vinagre, los barquillos para helado y las galletas de sal.
• Sobre los derivados de la harina en Ciego de Ávila.
Las galletas, una de las líneas de producción más estables, surtieron hasta el 30 de diciembre la cadena Ideal Mercados en la provincia, para cerrar un 2020 que incluyó, a lo sumo, tres meses de trabajo.
Sin embargo, la pausa que supuso el pasado año fue aprovechada para habilitar nuevos hornos y añadir un polígono industrial capaz de elaborar vinagre, vino, encurtidos, mermeladas y frutas en conservas, que se estrenó en agosto último y, hasta este mes, estuvo produciendo vinagre y ensalada de pepino. Por otro lado, la fábrica de caramelos trabajó durante casi todo el 2020.
Si hoy no está en funcionamiento una planta con tan buenos frutos, Aidel puede explicarlo con la serie de cálculos que deben replantearse para hacer posible el pago de los trabajadores y la compra de materias primas.
“Ahora casi hay que volverse económico, porque no pueden permitirse pérdidas en el sector empresarial.” Es lógica la cautela si, de 3.00 pesos, un kilogramo de pepinos pasa a costar 8.00, y una carreta de leña, que emplean los hornos como combustible alternativo, puede costar 2 000.00.
• Ordenamiento en la empresa local: a punta de lápiz.
Mención especial merecen los barquillos para el helado que por cinco años la fábrica no fue capaz de producir, la que que si hoy reestrena sus charolas de hierro es, en gran parte, gracias a la experiencia de Antonio Hernández, quien ya estaba jubilado cuando lo fueron a buscar a su casa para echar a andar la máquina.
Nadie conoce la máquina como Antonio, que la vela de cerca
“Cuando llegué aquí en el año ´72 ella —la máquina— ya estaba instalada, por un australiano que vino. Al principio había piezas de repuesto, ahora no, ahora hay que inventarlas, para tratar de que salga adelante.”
Los barquillos se comercializan en bolsas de 240 unidades
De aquellos años que Antonio recuerda datan producciones diarias de 15 000 barquillos. Este mes ya se han conseguido 6 000, con un cambio de piñones y tornillos, nuevas charolas y muchos retoques, gracias a los cuales se espera aumentar el ritmo. Si el combustible, la materia prima y el ingenio de Antonio lo permiten, debe revertirse la buena nueva en las heladerías de la provincia, previa determinación del Consejo Provincial de la Administración.
Confío en los trabajadores y directivos de esa industria .
Prof Salcedo .m
Genio y figura, hasta la sepultura.
Brmh