Ciego de Ávila: “¿Tomamos un café?”

El avileño, cubano al fin, por hábito, da puntuaciones a la comida, al servicio, a la relación calidad-precio o a la atmósfera de un café o restaurante. Que si el conocido Café La Fontana tiene que “ponerse las pilas”, con 30 años en sus columnas, o que al Café 1874 “no hay cómo entrarle”. La frase que los amantes de una taza humeante esperan de un camarada, familiar, de la pareja, es: “¿Tomamos un café?”.

Quizás fue Ciego de Ávila una urbe que podía concebirse con escasos lugares así, pero han crecido los establecimientos de trabajadores por cuenta propia, con un ambiente agradable, que hacen, de beber el néctar negro, una oportunidad paradisíaca. Y es en ellos donde encuentras una veintena de fórmulas, a precios poco económicos. Cada trago puede ser un lujo, no una necesidad.

Al mismo tiempo, el concurrido y módico Café La Fontana lleva cuatro meses vendiendo infusiones por una ventana, porque a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Restaurante Don Pepe, a la que pertenece el sitio, no le han suministrado sus 100 kilogramos de polvo mensuales, que llegaban a través de la Empresa Mayorista de Alimentos en la provincia.

Para Alberto Londefer Maidique, al frente de la UEB, no ha sido fácil pagarles a las trabajadoras del local, que dependen de un rendimiento. Tampoco pretende modificar el objeto social del establecimiento, que es un asunto histórico. Esas tres mujeres extrañan aquellas 10 libras de café que, regularmente, pasaban por la máquina express, un muy codiciado aparato en este mercado.

Y el Director —lo explica él mismo— no puede comprar el polvo a particulares ni posee la UEB una tarjeta en Moneda Libremente Convertible para adquirir materia prima en tiendas. ¿Qué se hace la clientela, si es difícil disfrutar un buen café a 6.00 pesos? ¿Van al Hotel Rueda? ¿Al Café Cubita? ¿Al Kcharrito Kafé? ¿Al 1874? Los cafeteros que llevan la agitada vida a punta de lápiz, no alcanzan a pagar esos buches de los más eclécticos brebajes. Los hay, por supuesto, tan eclécticos como su clientela.

Un ejemplo de renovación está en la librería Juan Antonio Márquez, de la ciudad capital. Dentro de las novedades, se creó un Café literario, pequeño, de cuatro mesas con cuatro sillas cada una, donde se ofertan varias modalidades de café. Quien la visita no solo va a comprar libros, también tiene la opción de “ahogarse” en un tazón con el estimulante, cuyos precios oscilan entre 5.00 y 50.00 pesos. Sin embargo, el público extraña el Café Barquito, en la sede de la Asociación Hermanos Saíz, otra opción.

El municipio cabecera posee hoy 387 cafeterías, según datos ofrecidos por Juan José González Carballeira, subdirector para la Atención al Trabajo por Cuenta Propia de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, número que agrupa a todos aquellos espacios donde no solo se oferta la aromática bebida. En esa cifra, hay sitios en los que la calidad se muestra con disímiles matices.

Se vuelve costumbre pagar 3.00 pesos por probar un café mezclado con chícharos… y, en el mejor de los casos, con un poquito “del bueno”, tragarlo de pie y en recipientes que resultan del ilimitado ingenio del cubano. Lo barato, ¿cómo sale? Lo caro, ¿cómo sale?

En las condiciones económicas del país, el que, incluso, enfrenta atrasos en la distribución por la canasta básica, creer que lloverán espressos y capuccinos es una fantasía; pero que la brecha entre lo estatal y otras formas de gestión, donde ni lo uno ni lo otro, no nos mate el vicio.

La Fontana no posee una suntuosa decoración, sin embargo, su encanto vive en su historia, en su apego a los bolsillos en desventaja, porque no es solo cubrir gustos, es “concertar la carta con el billete”. Esperemos que pronto esa esquina huela otra vez a café y aflore el ritual “¿Tomamos un café en La Fontana?”


Comentarios  
# barbaro martinez 30-04-2022 17:37
el Cafe 1874 lleva años cerradado, en ese lugar hace tan solo unos pocos meses existe un punto de venta, que por cierto esta exelentemente surtido. ahh pero de cafe nada .......

brmh
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# Lázaro El profe 02-05-2022 11:03
Bueno , pues te propongo una solución de moda:convoquemos a un representante al menso de los 387 satablecimientos y adoptemos unas 1oo medidas para resolver el problemas, chequeémoslas dentro de dos meses y comprobemos que faltó control y que el 99 por ciento no se cumplieron y 1 por ciento está en vías de ejecución.
Que el cumplimiento lo explique el que no está obligado a hacerlo y se haga una ligerísima autocrítica, ah! y se adopten otras medidas más para el próximo trimestre.
Aclaro que estoy irinizando una realidad cotidiana en nuestro país.
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