Municipio de Venezuela: Tras los pasos de Modesto

Tiene 73 años y siete décadas con una discapacidad, que sí, le provocó limitaciones, pero jamás le impidió cumplir sus objetivos

Aquel día fue uno de los peores de su vida. Como era costumbre entre varios niños de la zona de Palo Alto, al sur de Ciego de Ávila, jugaba cerca de la línea del ferrocarril, adonde acudía atraído por la magia de los trenes que entraban o salían del puerto.

Tenía apenas tres años y cuatro meses, edad en la que el juego enajena, aunque sea con piedrecitas. Quizás esa fue la causa por la cual no sintió la proximidad de una chispita, equipo ferroviario del cual no pudo escapar.

Para suerte de la familia el chico salió con vida del accidente, pero fue imposible salvarle el brazo izquierdo. Desde entonces, el triste suceso marca en la memoria de Modesto Pasos Vázquez un cambio radical que le hizo asumir actitudes y aptitudes para enfrentar el futuro.

“Mi familia me ayudó mucho. No permitió que tuviera complejos”, afirma el veterano, a quien las anécdotas le fluyen cual inagotable manantial. El nado y la pesca, como es lógico en alguien que vivió en Palo Alto, forman parte de sus habilidades más sólidas.

“Cuando tenía nueve o 10 años, mi tío Galo Modesto me llevó a pescar. Estábamos casi a cuatro millas de la costa, preparábamos el pescado que habíamos capturado y, en un descuido, se me cayó el cuchillo al mar. La profundidad era bastante, pero mi tío me dijo que debía recuperarlo.

“Me tiré, nadé fuerte y lo atrapé. Cuando regresaba a la superficie, con el cuchillo en la boca, me crucé con mi tío, quien venía tras de mí para auxiliarme si las fuerzas me fallaban. Por suerte no hizo falta.”

Así, poco a poco, fue forjando el carácter y la fortaleza física, combinados con los estudios, que tuvieron significativos momentos a principios de los años 60, en la escuela Manuel Bisbé, de La Habana, etapa en la que fue alfabetizador, junto a otras tareas protagonizadas por la juventud.

“En esos años coincidí con Santiago Alonso Martínez (periodista avileño actualmente jubilado), quien tenía discapacidad por la pérdida de una de sus piernas. Juntos fuimos enviados, por idea del Comandante en Jefe Fidel Castro, a la República Democrática Alemana, para que nos adaptaran prótesis. En su caso funcionó, pero en el mío no, la prótesis solo la utilizo para hacer maldades.”

Cuenta que según estudiaba o trabajaba, el deporte en él era una constante. Jugar con un solo brazo al béisbol parecía imposible, mas lo hizo, y con calidad. Cuentan sus contemporáneos que fildeaba bien en los jardines, y con rapidez se quitaba el guante y tiraba a las bases con mucho acierto. También lo rememoran como bateador de líneas sólidas, e incluso, de varios cuadrangulares.

“De aquellas conexiones recuerdo, en un torneo de segunda categoría, en el municipio de Venezuela, donde actualmente resido, un jonrón frente a Gabriel Casas y otro contra Juan Miranda, en el cuadro conocido como El Elefante Blanco, del Barrio Militar.”

Pero la anécdota de mayor agrado fue en el año 1973, en un tope entre los equipos del central Orlando González y de la Escuela Técnica de Venezuela, donde ejercía como profesor.

“Habíamos ganado el primer partido. En el segundo nos lanzó Miguel Bencomo, pícher del equipo Granjeros. Noté que al verme se le fue una sonrisa burlona. Pensé que si me subestimaba me tiraría una recta dura, lanzamiento al que yo le podía dar. Así lo hizo y le conecté un tubey.

A las modalidades de lanzamiento llegó con 39 años y por sus vínculos con la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM), de la que es fundador y participante en cinco juegos nacionales de esa institución.

• Invasor te ofrece otra entrevista a una destacada representante de la ACLIFIM en Ciego de Ávila

"Mi modalidad más fuerte era el disco, en la que gané cuatro campeonatos nacionales y en dos ocasiones obtuve medallas de plata.

“En la jabalina era del montón. Solo logré par de terceros lugares, mientras en impulsión de la bala alcancé dos subcampeonatos y un primer lugar.”

De este último título la anécdota le agrada mucho “porque no era el favorito. El rival más fuerte se sentía insuperable. Lanzó poco más de 11 metros y me dijo que yo no llegaba a esa distancia. Aquello me hizo sacar el extra y disparé 11 metros y 90 centímetros. Para reafirmar, en otro lanzamiento llegué a 12 metros y 10 centímetros”.

• También en el municipio de Venezuela, Yaquelín Sánchez Rodríguez, joven con discapacidad, está dispuesta a multiplicar sueños y realidades

Los pasos de Modesto han sido bastante certeros. En su municipio se le quiere por los méritos que acumuló, las capacidades que demuestra, más su legado como educador y dirigente de la ACLIFIM por 33 años. En él vive el recuerdo de Fidel, ese gran maestro que abrió el horizonte de las personas con limitaciones físicas y motoras, a quienes transmitió la idea de luchar siempre, con amor y sin complejos.


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar