No es consigna. El Decreto-Ley No. 358 del Consejo de Estado sobre la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo lo deja claro: “La experiencia acumulada durante los últimos años con la aplicación del Decreto-Ley No. 300 “Sobre la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo”, del 20 de julio de 2012, aconseja atemperar las disposiciones legales que regulan este proceso a las actuales condiciones socioeconómicas, con el propósito de perfeccionarlo y lograr en estas áreas el sostenido incremento y variedad de la producción agropecuaria, cañera, forestal y de frutales”.
Sin embargo, Adileisy Espinosa Ortega, residente en la comunidad de Las Grullas, en el municipio de Florencia, tiene hoy más insatisfacciones que complacencias y lo explica en su misiva.
“El pasado martes tuve una reunión de campesinos en mi Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Reinaldo Maning (…), el motivo es que mi CCS tiene una situación crítica en cuanto a salario, y es que el fondo de que dispone para pagar a los encargados de dirigir no alcanza para el salario mínimo de 2 100.00 pesos.
“Se trataron varios temas, como la necesidad de sembrar más y producir ‘más con menos’, entre otros encaminados a resolver los problemas de alimentación que tanto nos golpean con esta terrible crisis.
“La reunión, que era para solucionar dificultades, terminó con una multa impuesta a la mayoría de los campesinos por tener tierras ociosas, o sea, malezas como marabú, tan difícil de eliminar. A mí me pusieron 90.00 pesos, a otros colegas hasta 375.00, sin tener en cuenta lo que hemos sudado para alcanzar lo que hasta ahora tenemos. No se tuvo en cuenta el porqué.
“Por ejemplo, yo que tengo tierra hace unos años, todavía no he terminado la limpieza del marabú, porque en la vida del campesino no todo es color fresa; muchas veces perdemos la cosecha, como el año pasado que perdí el tomate, y así unos cuantos amigos que perdieron frijol, a causa de la plaga de trips negro.
“Ahora le explico por qué casi todos los campesinos tenemos tierra ociosa. Cuando las pedimos en la Agricultura casi todas son de marabú, difíciles de limpiar y de mantenerlas limpias, ya que los líquidos para matar esa planta no los venden a los campesinos. Lo otro sería comprarlos en el mercado negro; y, en primer lugar, son productos de dudosa procedencia que nos llevarían a un problema legal; y, en segundo, los precios son tan altos que se vuelven impagables.
“Por otra parte, como no tenemos ninguna ayuda, muchas veces se nos pudre lo poco que podemos cosechar por responsabilidad de Acopio. Te responden muy simple: “No queremos tomate o calabaza, o no tenemos sacos o cajas”. Y nosotros somos los primeros en sufrir la pérdida de la cosecha y luego la población que depende de lo que producimos.
“Yo pregunto: cómo sustituir importaciones con tanto obstáculo. Solo hay que caminar los campos sin un grupo organizado ni una reunión, porque así todo funciona bonito. Si alguien quiere saber, que venga a Las Grullas para que vea cuánto tomate se queda en el campo, o no se lleva frijoles a Acopio porque solo son unos sacos.”
El buzón de Cartas Abiertas (antes los campesinos) esperan una respuesta que, más que análisis, aluda a soluciones que concuerden con lo expresado, en fecha tan reciente como el 13 de marzo, por el Vicepresidente de la República de Cuba, Salvador Valdés Mesa, en reunión de chequeo del Programa de Autoabastecimiento Alimentario Municipal en Ciego de Ávila: “Hay que sembrar todos los espacios que se puedan de una punta a la otra del país, ello nos garantizaría recursos propios que no nos los quitaría nadie ante circunstancias adversas provenientes del exterior”.