Lazos de sangre

En la Aduana de Ciego de Ávila, Invasor encontró a una muchacha trabajadora con una característica universal

Nesvely Moya Rodríguez pertenece a un grupo selecto de personas a las que el blog catalán Banc de Sang contabiliza dentro del siete por ciento de la población mundial y, aunque del idioma los avileños sabemos poco, no es preciso hablarlo para entender que la muchacha es especial.

Fue el primero de noviembre de 1993 cuando todo se supo luego de su nacimiento. La única hija de un matrimonio natural del poblado de Guayacanes, en el municipio de Majagua, llegaba para cambiarles la vida a un hombre y una mujer decididos a llamarla Nesvely por la sugerencia de una vecina, para terminar apodándola “Chiqui”.

Disfrutó la infancia sobre calles de asfalto porque hacía mucho tiempo que sus viejos habían cambiado el campo por la ciudad para instalarse en una casa en el consejo popular Roberto Rivas Fraga, de la cabecera provincial. Allí fue donde hizo las tareas de la escuela, practicó la lectura en voz alta y estudió mucho para ganar los concursos de Lengua Española.

Soñó con convertirse en conductora de televisión, pero la vida le cambió la dirección a sus anhelos. Primero, debió ser la vicepresidenta del colectivo de estudiantes de la secundaria José Ambrosio Gómez Cardoso; escogió el técnico medio en Economía con tal de huirle a las becas y separarse de sus padres; después, comenzó a trabajar en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Indalecio Montejo, hasta hacerse empleada fija como analista de la producción en el área de estructura metálica.

Nesvely perdió la cuenta de todas las noches destinadas al estudio para ingresar a la universidad en la carrera de Contabilidad y Finanzas, una contradicción muy grande si se tiene en cuenta que su gusto por las letras era mayor.

Sin embargo, se muestra segura al hablar del tema: “trabajamos con números grandes a base de programas y sistemas, no es nada complicado”.

Así transcurrió mucho tiempo, entre la escuela y el trabajo, el trabajo y la escuela, hasta que sus intereses comenzaron a cambiar y ella, de paso, también lo hizo.

Hace cinco años viste el uniforme de la Aduana General de la República y, hasta ahora, que es Jefa de Secretaría y Secretaria General del Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas, sabe cómo se siente dirigir a los demás.

Cada uno de los 85 militantes distribuidos por las cuatro áreas de la Aduana avileña saben que Nesvely exige, respeta y cumple. Sobrados son los ejemplos: los trabajos voluntarios en la Unidad Empresarial de Base El Mambí, en el hidropónico y en los poblados de Ceballos y Vicente, además de las pesquisas activas cada viernes en busca de casos positivos al dengue, o peor, al coronavirus.

Cuenta con el apoyo de muchachas y muchachos muy buenos, pero el sello Honor Aduanero, la más alta distinción que entrega su sector, explica todo lo que no se atreve a decir.

Una de sus subordinadas lo justifica. “Si tengo un problema, la primera al tanto de la situación debe ser mi jefa. Te aseguro que si está a su alcance, hace mi trabajo y el suyo para ayudar en algo.”

A esas palabras prefiere decir siempre “gracias” como una confirmación a mis sospechas. Odia la mentira, el irrespeto y es admiradora de las personas preparadas profesionalmente.

Tiene en la Aduana todo cuanto pudieran desear otros: compañeros de trabajo dispuestos a apoyarla; también allí conoció el amor desde hace tres años.

Nesvely no es muy diferente a la niña antideportiva, amante del mar que siempre fue. De aquella bebé, nacida en el mes de noviembre, solo quedan las fotos y la sangre del tipo O negativa con la que vino al mundo, aunque después de todas sus donaciones desconozca con quiénes comparte ese lazo.

Los estudios científicos confirman que su grupo sanguíneo es asimilado perfectamente por el resto, no así viceversa.

Nesvely es tal cual, da a todos y a cambio espera recibir lo mismo. Cosas de O negativos que, si el Banc de Sang supiera, querría tener en su blog, pero Invasor se le adelantó.


Comentarios  
# Gilce Santana 28-09-2020 13:35
Bravo por Invasor. Nesvely se merece cada una de esas palabras. Estoy segura que en el futuro volveremos a leer sobre esta joven admirada por todos, para quien no existe tarea imposible, ha demostrado su capacidad ante el trabajo y el cumplimiento de las tareas. Gracias al periódico por dedicar este espacio a una de nuestros jóvenes.
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