Ciego de Ávila, una apuesta por la vida y el desarrollo

En un año 2020 marcado por grandes desafíos, la provincia de Ciego de Ávila no solo ha resistido los embates epidemiológicos y de la naturaleza, sino que ha mantenido el empeño por crecer y desarrollarse.

La aparición de la pandemia de la COVID-19 en el mes de marzo y, posteriormente, un agresivo rebrote a partir de finales de agosto, trastrocó la vida de los lugareños y obligó al confinamiento masivo, a la par que detuvo importantes procesos socioeconómicos, con un alto impacto en la producción de bienes y servicios y en las finanzas.

Eventos de transmisión del virus SarsCoV-2 en diversos puntos de la geografía avileña, incluidos los hospitales provinciales Doctor Antonio Luaces Iraola y Roberto Rodríguez, recabaron de la cooperación e intervención de numerosos galenos de otras provincias y de expertos y científicos nacionales en aras de preservar la vida humana ante todo.

La pandemia conllevó a la paralización del turismo en la cayería norte y redujo prácticamente a cero las exportaciones de los productos locales, principales actividades económicas del territorio, en tanto condujo al cese del curso escolar y de variados servicios, pero no cambió la perspectiva de potenciar el desarrollo, aún en medio de las condiciones más adversas.

A pesar de las circunstancias, agravadas por el criminal bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba, se pusieron en marcha nuevas líneas de producción en el combinado industrial Ceballos y la fábrica de artículos plásticos Cepil, ambos con la cooperación e inversión extranjera, y se mantuvo la ejecución, según el cronograma, de la primera Bioeléctrica del país, aledaña al central Ciro Redondo.

Según cifras ofrecidas por ETECSA, durante los primeros 11 meses del año en la provincia fueron instalados 1 200 nuevos servicios de Nauta Hogar, 103 empresas se conectaron por vez primera a la Red de redes y creció en 27 el número de radio bases para el acceso a Internet mediante la red celular, con lo que se llegó a 240 en todo el territorio.

Asimismo, se mantuvo el proceso de informatización de la sociedad con la introducción del pago de servicios asociados a la red de Comercio y Gastronomía en más de 40 establecimientos, se repararon los hoteles del destino Jardines del Rey y acondicionaron bajo los protocolos de un turismo más higiénico y seguro; y entró en funcionamiento un moderno Laboratorio de Biología Molecular.

También vieron la luz nuevos proyectos de desarrollo local, como La Trocha, con fuertes vínculos entre la agricultura, la historia y el turismo; y se consolidó el encadenamiento productivo desde la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez y el centro científico Bioplantas con la empresa Agroindustrial Ceballos para el fomento y diversificación de la piña.

A inicios de noviembre, justo cuando la provincia aprovechaba la mejoría de la situación epidemiológica para intensificar los programas de producción de alimentos, la tormenta tropical Eta asestó un duro golpe a la agricultura y ocasionó la pérdida de más de 15 000 toneladas de viandas, de ellas unas 1 500 de plátano.

Los daños, estimados en más de nueve millones de pesos, tocaron prácticamente a todos los cultivos y obligaron a replantearse estrategias para recuperar, en lo posible, renglones de vital importancia como la papa, el tomate, el tabaco y el arroz.

Con la buena nueva de que la provincia pasó a la Nueva Normalidad, tras mostrar por más de 14 días consecutivos índices evidentes de control de la enfermedad, crecen las expectativas de reactivar importantes actividades con impacto directo en la población, como la apertura de trámites, consultas médicas, gestión de los trabajadores por cuenta propia y presentaciones culturales, entre otras.

Cuando solo restan días para que concluya el 2020, los habitantes de Ciego de Ávila no cejan en el propósito de recuperarse de las afectaciones y acompañar al país en la implementación de la estrategia económico-social para el impulso de la economía y en las acciones que se derivan de la Tarea Ordenamiento.

Lo hacen con la misma convicción con que el generalísimo Máximo Gómez arengó a los mambises en los potreros de Lázaro López, al dejar constituido el Ejército Invasor, el 30 de noviembre de 1895: “El día que no haya combate será un día perdido”.


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