Amores difíciles

Te quedas en casa, porque, no hay de otra, este año no se puede salir. Y entonces te rompes la cabeza pensando en qué hacer para pasar la prueba que, una vez al año, se le pone al amor: el 14 de febrero.

A las tiendas no puedes entrar con las colas del pollo, preguntar un precio en los grupos de venta de Facebook da hasta miedo, no hay perfumes como los que sacaban del apuro en otros años y, para colmo, están cerrados los restaurantes y los bares.

Se abre camino la pandemia, para contradecir aquello que nos han mal enseñado de que el amor hay que sacarlo a pasear para presumir lo grande que es. Este año no habrá declaraciones públicas, fotos de paseos ni menús que cuestan el salario del mes.

Te devanas los sesos valorando la comida a domicilio, recetas nuevas para el pollo de todos los días, alguna artesanía con precios asequibles, comprar un dulce, poner música o abrir un vino. Y nada te parece suficiente. El amor en pandemia no parece ser fácil.

Entonces piensas que en esto la pandemia te trastroca los conceptos. Fácil era "anotarte un número" con un regalo caro, fácil era invitar a salir y no poder ni hablar con el ruido de la música. Fácil era que el precio fuera la escala para medir el cariño.

Lo difícil es esto. Lo difícil es quedarte en casa y tener calma en vez de euforia. Lo difícil es preparar un menú de restaurante con los ingredientes de todos los días. Lo difícil es sentarte a hablar sin interrupciones, y que el 14 se haga tradición de marzo a enero.

El regalo no es el cake que encargaste, o el suéter que ahorraste un mes para comprar. El regalo es todo lo que buscaste y todo lo que planeaste. El regalo es ser feliz este domingo con potaje de frijoles negros, porque no se pudo comprar espagueti.

El regalo es que asumas que este año no vas a quedar bien con una compra. No serás por eso el esposo o la novia del año. No te ganarás un título que te convalide la materia de ser atento o preocupado el 15, o el 14 de otro mes.

Serás, tal vez, el que friegue la loza, y escuche al otro con paciencia, quien cuide a los niños un rato para que la otra, o el otro, duerma en paz. Serás quien vele cualquier síntoma o extrañe a alguien en Zona Roja; quien ayude a que el estrés de estos días no sea lo memorable.

Este año el amor es la propina que dejaste, el medicamento que regalaste a un desconocido, el tiempo que fuiste a limpiar a un hospital, las maneras que te inventaste para seguir trabajando, el juego que hizo a tus hijos felices, los mensajes de tus amigos, el empeño que pusiste en estudiar a distancia, y hasta el beso que no diste a tus abuelos, por cuidarles de ti.

Eres el café que colaste para tu esposa, y que sacaste de debajo de la tierra, las veces que la cuarentena no te hizo perder la paciencia, el nasobuco cosido a mano por tu abuela, la matica de tilo que sembraste en el patio, el perro que adoptaste para que te hiciera compañía.

Eres las ganas de que vacunen a tus viejos, el desinfectante que pusiste en la mochila de tu hijo, los abrazos que tecleaste cuando hubieras preferido darlos.

El regalo de estas fechas no es solo el que estabas buscando desde enero. Es haber compartido con otros el desafío más grande de lo que va de milenio. Quizás hacer el amor en pandemia no sea la vacuna definitiva, pero es medicina de la buena, un Interferón cubano para el sistema nervioso.


Comentarios  
# Julian 14-02-2021 11:21
Genial!!! Derroche de sensibilidad y llamado al sentido comun!!
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