Busca Ciego de Ávila romper nudos de acopio y consumo

Si no se retuerce, como ha ocurrido durante años con alternativas anteriores en todo el Archipiélago —y condiciones hay para que no suceda—, la experiencia que hoy aplica la Empresa Provincial de Acopio en dos mercados agropecuarios estatales (MAE) de Ciego de Ávila, pudiera acercar más a la realidad lo que en el contexto actual buscan productores y consumidores.

Se trata de un experimento que descentraliza funciones en aras de una mayor autonomía, de manera que ambas entidades no dependan de la gestión de la Unidad Empresarial de Base o de lo que les llega únicamente mediante el balance territorial.

Escogidos para ello, los MAE No. 1 (La Naranja, Morón) y No. 3 (La Malanga, Ciego de Ávila) funcionan desde hace algunas semanas como pequeñas empresas, con capacidad de gestión y facultades para firmar contratos e interactuar de forma directa con bases productivas y productores individuales.

Según explica el joven Yoelio Rodríguez Aróstegui, director de desarrollo de Acopio en la provincia, se trata de una iniciativa avileña con el propósito de lograr más eficiencia en la gestión y funcionamiento de esas estructuras, así como mayor satisfacción de las necesidades de la población, sobre la base de una oferta superior y más variada.

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Para ello, a La Naranja y a La Malanga se les asignó un medio de transporte de carga, con su correspondiente chofer, quien, junto a un gestor, tiene a su cargo ese tipo de actividad, de acuerdo con los intereses del MAE al que pertenecen.

El asunto no pinta mal

 productosAhora ambos mercados gestionan, compran y trasladan la mercancía para su venta a la poblaciónAunque la experiencia está en despegue, enero demostró que, por su concepción y primeros resultados, el experimento puede resultar provechoso para todas las partes.

Abel LLanes, administrador del MAE No. 3, admite que allí ha empezado a notarse “una mayor presencia de productos”. Y cita los casos de la yuca, col, calabaza, fruta bomba, guayaba, coco, plátano fruta, huevo de codorniz, primeros envíos de tomate…

“Todo eso —añade—, contribuye a satisfacer un poco más las necesidades de las familias que habitualmente acuden a nuestro mercado en busca de soluciones para su alimentación”.

Pero, en su opinión, también el productor sale “mucho mejor ahora. En primer lugar, sabe que tiene un destino seguro para sus cosechas, que no corre peligro de que se le echen a perder producciones, porque en verdad aquí se vende todo lo que llega. A eso se suma otra gran ventaja, y es que podemos pagarle directamente; tenemos facultad para emitir el cheque y agilizar el pago en banco, algo que durante años ha generado preocupaciones e insatisfacciones”.

Incluso, si el productor traslada parte de lo cosechado hasta la placita, por sus propios medios, esta puede retribuirle a mejor precio lo recibido y, de hecho, estimularlo a continuar fortaleciendo el vínculo.

Estas primeras semanas han comenzado a validar también el alcance social del “biciagro”: un triciclo diseñado para el traslado y venta de los mismos productos que expende la placita pero… fuera de ella, en el entorno comunitario donde está enclavada. O sea: un servicio a la puerta del hogar o al alcance de quienes transitan por la calle.

Tal opción tiene la peculiaridad de ofrecer los productos envasados en una jaba o un bolso de nailon, cerrado, con peso y precio identificados, en un intento por evitar engaños al consumidor, y que este sienta mayor confianza y seguridad al efectuar la compra.

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Respaldadas por altos niveles de producción —condición determinante—, experiencias como las que hoy se aplican en los mencionados mercados, y alternativas como el biciagro (previsto para su progresiva extensión) pudieran restarles espacio y posibilidades a carretilleros y a otras figuras que durante años han intermediado entre quienes sudan y producen bota en tierra, y aquellos que ven desangrarse sus bolsillos al adquirir luego esas producciones a precios, por lo general, elevados e irracionales.

venta productosEl biciagro acerca la placita a sus consumidores

Para bien de clientes, el MAE No. 3, ubicado en la calle Marcial Gómez de la capital provincial, crea condiciones para iniciar la venta de jugos de frutas naturales, concebidos para llevar a casa, e incursionar en la experiencia de ventas online, sobre la base de una tienda virtual (válida también para la referida unidad moronense) que, además de facilitar la gestión a distancia, sobre todo entre ciudadanos sujetos a un horario laboral más rígido, prevé porcientos de rebaja a favor de quien compra.

Obviamente, es demasiado temprano para emitir juicios conclusivos. De hecho, ventas como las que registró la unidad avileña en apenas tres semanas de enero (más de un cuarto de millón de pesos) no pueden ser tomadas como referentes si se tiene en cuenta el incremento de precios decretado por el país.

No obstante, el arribo de más productos, de mayores volúmenes y de un número creciente de personas seleccionando y comprando lo que les interesa, como lo hace la anciana Aracely Cruz, agradecida además por el servicio, sí indica que, para empezar, el experimento no parece estar mal.

A seguirlo entonces para que no sea víctima de esa manía, nada reciente, que a veces tiene la mano humana, de retorcer lo que tan recto y con la mejor intención ha concebido y delineado el cerebro.


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