Una sonrisa con los ojos

Cuando las escuelas cerraron sus puertas, en los centros de trabajo quedaron solo los imprescindibles, y Ciego de Ávila saltó del mapa con un panorama sanitario complejo y una espiral de contagios por la COVID-19, la vida se nos puso de cabeza y comenzamos a vivir al extremo este 2020, que no ha dejado de sacarnos sustos y carcajadas.

Esto pudiera traducirse en los abrazos que no dimos, los familiares que no alcanzaron a despedirse, el dolor que la distancia impidió compartir codo a codo y en las carencias multiplicadas; pero también en la alegría visceral de sabernos vivos y en la certeza de haber aprendido lo suficiente como para no repetir los mismos errores. El próximo año tiene que ser mejor para todos y eso es dádiva suficiente para seguir de frente.

Lo cierto es que no ha sido fácil para nadie. Quienes se quedaron en casa debieron asumir la rutina del teletrabajo entre la cocina y la atención a los niños hastiados de tanto encierro; y puertas afuera otros debieron mirar de frente al virus y plantarle cara, a contrapelo de sus propios temores y de ese miedo que mutó de la posibilidad de enfermar al sentimiento de culpa por contagiar al resto.

Quizás como nunca antes se nos invirtieron la lógica y los conceptos y cada quien valoró en su justa medida al bodeguero que siempre estuvo tras el mostrador, al médico que no abandonó su consulta, al chofer que siguió en su guagua y al personal de servicio que garantizó la limpieza en cada institución y centro de trabajo.

Entonces los límites entre vulnerables e imprescindibles quedaron claros y ya no fue ni importante ni posible brindar un servicio de peluquería o atender turistas del otro lado del pedraplén, sino que la prioridad pasó a ser el apoyo a la producción de alimentos, ayudar a los ancianos vulnerables, voluntarios para la higienización y cómo garantizar las atenciones imprescindibles a las más de 100 áreas en cuarentena que llegó a tener la provincia.

Más o menos fue este el curso que determinó que un grupo de maestros y profesores de diferentes enseñanzas llegaran hasta el Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola en pleno pico del virus para restregar y limpiar cualquier espacio o superficie donde una gotícula de saliva pudiera originar un contagio. Mientras, otros cambiaron la tiza y la pizarra por los grupos en WhatsApp y las teleclases.

Los artistas llevaron sus mensajes a las redes sociales en Internet con tal de seguir creando y pulsando en el espíritu de la gente, y los campesinos, en más de una ocasión, hicieron llegar sus donaciones del surco al plato de los sospechosos y enfermos.

Los muchachos de la Universidad cambiaron lo que pudieron haber sido unas largas vacaciones por las entradas y salidas del centro de aislamiento establecido en la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, y no lo hicieron una vez, sino todas las que fueron necesarias.

Bajo estos términos vestir una bata blanca significó, en muchos casos, un sacrificio mayor, porque hubo que pensar en plural y en el bienestar ajeno antes que en el propio. Madres que trabajaron con tal de no abandonar sus responsabilidades, estrés y miedo detrás de la “escafranda” y una batalla por la vida en cada sala de terapia intensiva, fueron esos otros efectos del virus que nunca terminaremos de agradecer del todo.

Mirar en retrospectiva, probablemente, nos deje un regusto amargo; por más que queramos las angustias de estos 12 meses no se borran en un día; pero también habrá que celebrar y dibujar una sonrisa con los ojos para desafiar al nasobuco este 31 de diciembre y dar gracias porque, al fin y al cabo, estamos vivos y mirando al futuro con luz larga.


Comentarios  
# Barbaro Martinez 21-12-2020 13:31
Periodista. Permítame una pregunta. Le pago su centro de trabajo la corriente que gasto realizando tele trabajo ?
Y a partir de ahora se la pagará ?
Esta demostrado científicamente, que en las escuelas primarias los contagios son mínimo entre niños , que estos entre ellos se contagian en excepciones, la mayoría de niños contagiados es a través de un adulto.
En tiempos de crisis afloran los mejores y peores sentimientos en los hombres.
Felicidades a los que les afloró los mejores sentimientos.

Brmh
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