Luego de saludar cortésmente, el joven pregunta cómo se sienten los inquilinos del hogar, si alguien ha presentado algún síntoma respiratorio y, ante la respuesta de la señora que ha abierto la puerta, da las gracias y continúa rumbo a la próxima vivienda.
No menos efímero había sido el diálogo en mi propia casa, días atrás, cuando las interrogantes se limitaron al nombre de mi esposa y el mío, edad y “si todo anda bien por aquí”.
No digo, ni creo que sea ese el estilo que prevalezca entre quienes hoy realizan labores de pesquisaje activo.
Tampoco tengo el dominio especializado o la autoridad institucional para afirmar si el procedimiento está bien hecho o no. Solo me invade la sensación de que, en medio de la compleja situación que nos ha impuesto el nuevo coronavirus, rebrotando y tratando de propagarse por cuanto lugar haya brecha, su búsqueda no puede ser tan epidérmica.
Dar los buenos días y formular un par de preguntas, lo hace cualquiera. Y quien pesquisa, sobre todo hoy, no es una persona cualquiera. Quizás sea eso lo primero que se le debe explicar y hacer entender a todo ciudadano: estudiante de medicina, de otra especialidad o trabajador de determinado organismo, cuando se le convoca para asumir esta función.
• Efectividad del control de foco, esa es la cuestión.
El pesquisador es estratégico, una especie de francotirador sanitario que debe tener suficiente capacidad y sagacidad para situar el ojo “y la bala” sobre el menor indicio de sospecha.
Pero ese indicio no va a emerger indagando únicamente si hay algún síntoma respiratorio en torno a una enfermedad que puede comenzar a manifestarse también mediante expresiones de fiebre, tos, dolor muscular, náuseas o vómitos, e incluso diarreas.
De esa manera lo han determinado investigadores de la Universidad del Sur de California (EE.UU), a partir de estudios con muestras de casos confirmados de la pandemia, aportados por la Organización Mundial de la Salud.
Aun así, señales como el dolor de garganta o de cabeza, la tos seca, el agotamiento y hasta las erupciones cutáneas, tampoco deben ser subestimadas por la pupila del pesquisador. Solo que para ello se necesita tener, en primer lugar, el conocimiento. Y, además, ponerlo en práctica.
• Vea: De casa en casa, auscultar el peligro de la Covid en Morón.
Algo que también necesita quien pesquisa es no ser ingenuo. Sin irrespetar a nadie, sin desconfiar de su honestidad, viene muy bien preguntarnos si la persona que tenemos delante nos estará diciendo toda la verdad, una parte o nada de ella.
Dejados llevar por ese “falso instinto de conservación”, traducido en incertidumbre, miedo a ser aislados, temor ante posibles “complicaciones”…, algunos ciudadanos pueden ocultar lo que sienten en el orden individual o no decir nada (para evitarse “problemas”) acerca del vecino que, por ejemplo, tiene catarro, tosió durante toda la noche o vino de otra zona donde hay incidencia del peligroso virus.
Artífices, por tanto, y facilitadores de comunicación, los pesquisadores tienen notable peso en la eficacia real de un mecanismo llamado a “trillar” bien la comunidad para salvarla de complicaciones ulteriores que, si no se hacen bien las cosas, pueden terminar poniendo en riesgo lo más importante para todo ser humano: la vida.
Visitar una vivienda no debe ser, entonces, un acto formal. ¿Para qué se hace, con qué propósito?
Demasiadas personas asintomáticas están emergiendo como casos positivos a la enfermedad, para, además, no hurgar correctamente en busca de síntomas visibles.
Y demasiado amplia es también la dispersión para que, consciente o inconscientemente, haya quienes realicen la pesquisa activa “matando y salando” o no la hagan durante toda una semana, como refieren vecinos de Chicho Torres, entre Narciso López y Abraham Delgado, donde, por demás, predominan adultos mayores.
No digo, ni creo que prevalezca como estilo. Prefiero pensar que sea lo excepcional. Pero mucho ojo. En algunos casos puede estar sucediendo. Y ni en uno solo debe ocurrir. Cuando están en juego la salud y la vida de las personas (sin hablar de los enormes recursos que eroga la nación en este feroz enfrentamiento a la pandemia) no hay segundas alternativas: ¡Se hacen bien… sí o sí!
Los científicos aconsejan a tomar la temperatura 3 veces al día .
Brmh