Saily Viart, más allá de un tatuaje olímpico

La única avileña que compitió en las Olimpiadas de Río-2016 sigue activa y entre las mejores impulsoras de la bala en Cuba.

En la cara interior de su antebrazo derecho la acompaña el tatuaje de cinco aros olímpicos y un corto mensaje: Río 2016. Así decidió honrar a la cita estival donde compitiera hace cuatro años Saily Viart Despaigne, una joven fornida, hermosa y con deseos de rendirle mucho al atletismo.

Lo dice con fluidez, alegría y suficiente convicción, algo propio de cualquier persona a los 24 años, cuando apenas empieza la vida, a pesar de ciertos contratiempos que pudieron alejarla definitivamente del deporte.

La realidad fue cruda con esta chica, oriunda del batey perteneciente a la cooperativa de producción agropecuaria 26 de Julio, en Pesquería, en el municipio avileño de Baraguá. Del tema habla sin rencores, aunque el dolor todavía late.

Muy difícil resulta para quien en su año más productivo, cuando establece marca personal y clasifica a la Olimpiada con sede en Brasil, a su regreso, por no obtener una buena ubicación, la excluyan de la selección nacional justo en los días en que arribaba a sus dos décadas de nacida.

Por suerte, esta guajirita no tiene en su vocabulario la palabra rendición. Si bien entraba en una etapa difícil, el coraje que heredó de Mislenis, su mamá, y de Santiago, el padre, le dio fuerzas para resistir y continuar.

“En aquellos días fui a la Comisión Nacional para conocer las causas de mi baja. Me dijeron que fue por el rendimiento. No lo entendí, porque era mi mejor año. Como soy insistente, pasé tres meses entrenando “por fuera”, o sea, trabajé en un gimnasio en la Habana del Este, donde también me preparaba.”

Pasado ese período, vino a su provincia natal y encontró algunos problemas familiares. Como había que resolverlos, se quedó definitivamente y empezó a reconstruir los proyectos personales.

Si bien ya no era la niña captada cuando estudiaba el sexto grado en la escuela primaria José María Pérez, su mirada destellaba la pujanza de los primeros años. Como era “fuertecita”, le vieron posibilidades en los lanzamientos de disco y la impulsión de la bala. Ella misma se califica como muy mala al principio, pero algo bueno le vio el profesor Roberto Herrera Pérez. El despegue con respecto a su calidad comenzó casi como un juego.

“En mis comienzos lanzaba con el movimiento lineal, pero un día el profe nos hizo un cambio al lanzar con el movimiento rotacional. Lo hice bien y me quedé con ese estilo. A partir de ahí llegaron los resultados”.

Así la Viart inició su escalada con preseas en los Juegos Escolares Nacionales de Alto Rendimiento hasta que en septiembre de 2010 ingresó en el equipo nacional.

“Fuera de Cuba, el primer resultado importante lo obtuve en Trinidad-Tobago, donde fuimos invitados al campeonato nacional de mayores del año 2014. Estaba en la categoría juvenil y logré el tercer puesto en bala, que ya era mi especialidad.

“Después, en La Habana, hice las marcas exigidas para clasificar al mundial juvenil que se efectuó en Eugene, Estados Unidos, donde ocupé el noveno lugar.”

La progresión de la muchacha se mantuvo durante el ciclo olímpico: cuarta en los Centroamericanos de Veracruz-2014, en México; al año siguiente ocupó el quinto escaño en los Panamericanos de Toronto; y en 2016 logró la clasificación olímpica al titularse en el Grand Prix de Cali, Colombia, con su marca personal de 17 metros y 94 centímetros.

“Con respecto a mi presencia en Río de Janeiro 2016, aprendí de todo. Allí estaban las mejores del mundo. Siempre quise llegar a la final, pero no pude. Estaba lloviendo, y como lanzo con rotación del cuerpo, resbalé en el círculo y cometí par de faltas. Entonces saqué una toalla que llevaba en mi mochila, sequé las zapatillas, me calmé y logré un tercer envío válido, con registro de 16,99 metros, equivalente al lugar 26. Me sentí muy mal. No era lo que deseaba, pero a pesar de lo adverso decidí seguir adelante.”

Lo contradictorio llegó al cierre del año. Vivía el dolor por no estar en la preselección nacional, pero su provincia la premiaba, por segundo año consecutivo, como la Mejor atleta del año en deportes individuales.

Tenía la suerte echada en su tierra natal. Ya en 2017 retomó las prácticas en la provincia, otra vez bajo la guía de Roberto. Poco tiempo después comenzó como entrenadora, actividad que alterna con su preparación individual. Sus marcas no han vuelto a rebasar los 17 metros, pero la obtención de medallas sí continúa en la Copa Cuba y los Memoriales en homenaje a Aurelio Janet y José Barrientos.

“Pretendo seguir mientras tenga fuerzas y deseos de competir. Para mí la impulsión de la bala ha sido todo, no tengo lesión que me limite, al contrario, hago lo que me gusta con pasión y mucho sacrificio. Ese esfuerzo lo veo premiado con el cariño de mis alumnos en la EIDE Marina Samuel, los niños del barrio y mi familia.”

En su cara predomina la sonrisa, en el diálogo evoca con frecuencia a la madre que la guía en cada paso. No vive en casa propia, razón que la motiva al trabajo, a terminar la Licenciatura en Cultura Física y a seguir impulsando la bala tan lejos como pueda. La marca de Río 2016 en su brazo derecho es un incentivo. Todavía hay juventud para seguir entre las mejores de Cuba.

 

Saily Viart Despaigne, una de las líderes cubanas en la impulsión de la bala, seguirá apagada al deporte. Esa es su pasión.

Posted by Rigoberto Triana Martínez on Thursday, August 13, 2020


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