Repito: nunca fuimos los mejores del mundo

Las dos derrotas del equipo Cuba en el Clásico de Béisbol provoca disímiles puntos de vista. Estas líneas intentan ser uno de ellos

¿Periodista, y usted ahora qué va escribir de esta nueva derrota del equipo Cuba de béisbol? La pregunta tiene ribetes de reto, pero también de fanatismo. ¿O es que la derrota no es una posibilidad en una confrontación deportiva?

Es verdad, en materia beisbolera, han sido abundantes los fracasos —tal vez demasiados— de los últimos años, pero insisto que he repetido, por demás, las no pocas decisiones incorrectas por parte de los directivos, por lo que dejo claro que estas líneas no son “una pasadita de mano” a las decisiones funestas de la Comisión Nacional de esta disciplina.

Pero creer que el béisbol cubano es el mejor del mundo, o mejor, que tiempos atrás lo fue, es una mentira mayúscula que antaño tanto se repitió que hasta llegamos a creerla. Y ahora esto no ayuda a comprender el presente.

Sí, fuimos los números uno del planeta, pero en la categoría de aficionados. Si ahora mismo se prohibiera la participación de profesionales en los torneos del orbe, estoy seguro que, al menos del podio, nadie nos bajaría.

He escrito —ya no sé cuántas veces— que si el mejor equipo Cuba de aquellos tiempos hubiera participado en estos Clásicos, no tendría tampoco su boleto asegurado para la siguiente fase. ¿O es que los Kindelán, Pacheco, Linares, Víctor y otros veían con frecuencia esas rectas de 95 millas y rompimientos indescifrables?

Este es otro béisbol muy diferente de aquel que solíamos vencer por diferencia de diez o más carreras. Y claro que las derrotas duelen, pero también es verdad que estos dos reveses pudieron ser victorias. El béisbol es así. El deporte es así. La vida es así.

Sucede —y es lógico que así sea— que el victorioso no tiene que dar explicaciones, pero el derrotado sí, por lo que no veo injusto que ahora todas las opiniones adversas estén reflejadas en los federativos del béisbol y en el propio director Jhonson. Alguien tiene que responder por lo que se hizo mal, o se dejó de hacer. Y esa tarea le corresponde a ellos.

Pero, por favor, no exageremos. No es la hecatombe, ni mucho menos algo inesperado. Semanas atrás me pidieron la opinión para un programa televisivo y di mi punto de vista: “no sería una sorpresa que el Cuba pase a la segunda fase del Clásico, pero tampoco que no lo haga”.

Por demás una última acotación —y no es un consuelo para los furibundos aficionados beisboleros— Italia, toda una gran potencia del fútbol, no ganó el derecho de asistir a la última cita mundialista. Andan ahora los italianos tratando de mejorar todas sus ligas. ¿Verdad que no está mal esa respuesta?


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