¡¿Quién ha dicho que es cosa de viejos esto de los bandos en Majagua?! Hay que ver a niños y niñas, cada noviembre, deshacerse en cantos y bailes, con sombreros en el aire y faldas rojiblancas o blanquiazules.
El enfrentamiento simbólico que, desde 1929, revuelve las tradiciones al oeste de Ciego de Ávila, también lleva el rostro del relevo. Allí, vestir el estilo campesino no morirá y los bailarines saldrán a escena, calendario tras calendario, orgullosos de una costumbre a la que se acercan desde edades muy tempranas.
Entre los infantes aparecen los personajes tradicionales, Cuba y Liborio, representantivos de la Patria y el pueblo, respectivamente
Los niños y las niñas llevan a escena complejos bailes como el del Gavilán, gracias a esfuerzos de padres y profesores
Pocas personas dejan a un lado tan hermoso espectáculo que tiene como protagonistas a los futuros responsables de mantener en pie la tradición
¡Qué decir de los vestuarios! Esfuerzos personales y colectivos logran que ellos sientan igual de grande el arraigo
La pareja del viejo y la vieja, representada por niños debidamente caracterizados, causa mucha alegría entre los espectadores y familiares
La influencia familiar es importante, aunque en una misma casa pueden coexistir azules y rojos
En las comparsas infantiles no existe rivalidad y, desde pequeños, se les enseña que no se permiten las formas despectivas e hirientes
Encima de la Plaza majagüense, mientras los jóvenes y adultos disfrutan su fiesta, también se alista el relevo
Las tradiciones campesinas en Majagua, a sus 90 años de creadas, tienen a la comunidad como escenario fundamental y protagónico, que valida sus raíces más genuinas