Arial 14: Zapatero a la literatura

Eduardo Pino González, escritorEduardo Pino González, escritor, director de programas radiales y compositor musical avileñoA Eduardo Pino González (Morón, 1970) no le pega el dicho que reza “zapatero a tus zapatos”. Porque, literalmente, dedicó más de la mitad de su vida a coser zapatos en la fábrica de su pueblo natal.

Al parecer el oficio de entrelazar formas, le sirvió luego para las historias y así convertirse en uno de los escritores más destacados de Ciego de Ávila. Cuando hablo de destacado no me refiero a reconocimientos, aunque muchos tiene en su haber. Su obra sobresale, precisamente, por la sutileza con que ha sabido decir, sobre todo, de la niñez.

En el “capítulo” anterior arbitraba que “no se trata solo de conformar un personaje dentro de una historia, o una historia en sí. Escribir, es compartir un trozo de la realidad y multiplicarla en hojas que después serán leídas.” Portada

Uno de los libros que no me canso de leer sobre este autor es No todos los príncipes son azules. Publicado en 2013 en la colección Jíbara de Ediciones Ávila, “esta novela parte de una historia real”, confiesa.

— ¿Cómo que de una historia real?

— Pues sí. Yo tengo una amiga que cuando su hija nació el padre no la reconoció. Entonces yo me ofrecí a darle mis apellidos. Así que esta nena es la que me inspiró a escribir la historia de Amanda.

— Y lo demás personajes, ¿también son reales?

— Todos son reales, al menos sus características. He vivido en muchas casas alquilado y de todas las personas que fueron vecinas siempre se saca algo. Me gusta observar, creo que es una capacidad que debe tener todo escritor, y de ahí viene la caracterización de mis personajes.

“Por ejemplo, la tía Matilde se parece a una vecina que vivía al costado de mi casa. Cada detalle que ofrezco sobre ella me recuerda a mi convecina. Aunque por supuesto, siempre hay mucho de ficción.”

— Pero la figura de la tía Matilde es un personaje crucial en la historia…

— Exacto. Hace mucho tiempo que en Cuba las familias no son conformadas de manera tradicional. Más bien creo en una ruptura de moldes. Y muchos autores hemos tratado el tema pero la realidad siempre es más real que la literatura.

Eduardo se acaricia el pelo y suspira…: “Hay quien tiene dos mamás y es feliz. Pero el problema no está en los niños (los niños siempre asumen las cosas con naturalidad). El problema grande grande está en los padres que ponen mote de tía, tío, pipo o mimi a sus parejas. Y por ahí escuchamos las historias también de las tías Matildes que en definitiva son las novias de las madres como la de Amanda”.

Los niños logran guardar recuerdos hermosísimos de la infancia. Amanda no es la excepción. Ella recuerda su primer príncipe y así lo narra:

“Su príncipe número uno era el abuelo Nicolás, fue él quien le construyó la hamaca debajo de la mata de mangos, quien convenció a su mamá para que la dejara montarse y poder sentir el frío en el estómago que le daba tantas ganas de reír.

El abuelo Nicolás le enseñó por primera vez la Luna mientras le decía: —Hasta la Luna que presume de ser tan blanca tiene manchas—. Amanda se preguntaba cuál sería el color de su abuelo y sonreía convencida, no había dudas, era azul o blanco… sobre todo el día que se fue el padre… y ella estuvo sin hablar con nadie, por los rincones.”

—Siempre he creído que hay que contar las realidades de nuestros niños sin caer en los maniqueísmos y estructuras fijas. No todos los príncipes… es contada desde mi voz como autor, como un sujeto más.

“Los adultos tenemos el maldito don de hacer las cosas a nuestra voluntad sin pensar, la mayoría de las ocasiones, en nuestros hijos. A mí me emociona mucho el capítulo cuando la familia de Amanda se muda: ‘Desde que Amanda se mudó a la casa nueva no pudo dormir y mucho menos soñar…’

Cuando en 2014 José Aurelio Paz reseñaba en estas mismas páginas de Invasor, a un año de vendido el libro que “estamos ante un pequeño volumen, que no por breve deja de tener esa enjundia tan difícil de hallar en la literatura infantil para que resulte creíble y, sobre todo, para que en su sentido lúdico regale siempre una enseñanza” razón no le faltaba.

Es que, Eduardo Pino con esta novela logró decir, o más bien, denunciar las atrocidades que los adultos hacemos con quienes están a nuestro cuidado.

Temas como el bullying, el divorcio, la homosexualidad, el Sida son recurrentes, también la solidaridad, el compañerismo, la sensibilidad, el amor hacen de la protagonista una superheroína.

“Amanda lo quiere porque es un niño muy bueno y educado. Cuando juegan, él debe cuidarse de no pincharse ni hacerse una herida, dicen que su sangre está contaminada. Amanda siente cuando su amigo está en peligro, porque Freddy desprende un color rojo que hace señas como la luz de los semáforos.”

La invitación a la lectura de esta novela infantil, no tan infantil por el trasfondo que tiene, queda abierta. Más bien, en la última página nos ofrece un sorbo de felicidad y lo arrebata de nuestra vista. Así como Amanda le pregunto: “¿y usted de qué color quiere ser?”


Comentarios  
# Rafa 20-05-2020 20:16
Me encantó. Incluso, me quedé con ganas de más. Como puedo leer el libro? Existe en PDF al menos?
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# Yuliet Teresa VP 21-05-2020 17:08
Rafa, hasta donde yo sé, no. Pero averiguo. Saludos.
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