Necesitarse

Mi amigo Víctor se ha dado a los demás de un modo sublime; como esa es la medida exacta de su amor, no sabe hacerlo de otro modo, y dar y darse lo ha convertido en el mejor sentido de su existencia.

Eligió su profesión pensando en el bien que podía ofrecer, y dedicarle más de la mitad de sus días y sus noches es algo para él, apenas, normal e intrascendente.

Regala su sonrisa, aunque ha enfrentado ya muchas veces el dolor; tiene siempre a mano un elogio, consuela y acompaña. Alivia con una palabra, un libro, una anécdota sacada del fondo del olvido; con hechos y palabras.

Del otro lado de la línea su voz es siempre alegre, si le preguntas “qué estás haciendo”, su respuesta es “qué quieres”; se hace necesario y vive de puertas y corazón abiertos.

Está siempre cercano, siempre listo. Busca el bien incesantemente, lo encuentra en todas partes; así también encuentra la justicia.

No aconseja como un manual parlante, te regala señales; no es un cruel censor, mas te deja saber sin titubeos aquello que puede ser inadecuado. Es mi amigo como una mesa bien servida, por más cursi que parezca el símil.

Se ha olvidado de él algunas veces (y quizás más), se lo digo y provoco su sonrisa, no sabe hacerlo de otro modo, es esa la medida exacta de su amor.

Ahora me sorprende con esto que encontró y al leerlo lo veo, me veo, veo a algunos otros que conozco. Se los ofrezco como un certero regalo de los dos; porque como mismo es hermoso dar y darse, lo es también de imperioso poder necesitarse.

Te necesitas
No te das la importancia que mereces,
y vas dejando que la vida pase,
y para ti no hay tiempo casi nunca,
y nunca te regalas un detalle.
Y corres, por la prisa de los otros,
y llegas a tu vida siempre tarde,
y va pasando el tiempo, y va pasando,
y vas envejeciendo en el paisaje.
Y no se te pregunta por tu risa,
que se fue diluyendo con la tarde.
Y siempre los demás, y para cuándo
una cita contigo en cualquier parte.
Te necesitas más de lo que piensas
y nunca te detienes a escucharte,
y tienes tantas cosas que decirte,
pero no te pareces importante.
Y siempre tú después, y siempre luego,
y siempre, para ti, más adelante.
Y siempre tú detrás, y siempre nunca,
y el tiempo, que se va sin esperarte.
Queda contigo en un lugar hermoso,
lleva una flor para identificarte,
y cuéntate la historia de tu vida,
ya verás cómo vas a enamorarte.
Porque no hay como tú nadie en el mundo,
porque en el mundo, como tú, no hay nadie.
Y siempre los demás, y siempre luego,
y vas envejeciendo en el paisaje.
Y nunca tus asuntos lo primero,
y déjalo pasar que no hace falta,
y acaso el mes que viene, si se puede.
Y el tiempo, que te agacha la mirada.
Y tú, cuando los años lo permitan,
y tú, cuando esta crisis un día pase,
y tú cuando se pueda en otra vida,
y tú nunca jamás de los jamases.
Y el tic tac del reloj en tu muñeca,
y vas envejeciendo en el paisaje.


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