Florecer

Leí un post en Facebook que parecía una advertencia a todos para no ser tomados por sorpresa: “Si estás dando frutos —decía—, prepárate para las pedradas”. Los comentarios lo acompañaban como a una verdad comprobada muchas veces, como verdad irrefutable, lo daban por sentado.

Y no pude más que no coincidir con tan insostenible idea. Yo creo en todas las fuerzas del bien, en lo que edifica, en la felicidad que puede provocar a los otros ver los avances de unos, las grandezas. Creo en que el crecimiento de los que están cerca de nosotros ayuda al crecimiento de todos; a que el entorno sea moldeado convenientemente para que anuncie que lo bueno y hermoso alcanza a la mayoría, no importa de quién venga ni de dónde ni cuántos.

Siempre creo que desde que alguien comienza a florecer, en aquellos aspectos de su existencia en los que ha puesto empeño y pasión, debe prepararse primero para que ese despertar sirva a los otros, para que no solo lo beneficie en lo personal y para que la felicidad que de esto emane no se quede en las cuatro paredes de su hogar, en los corazones de sus seres cercanos.

También para recibir el elogio que a veces llega, la gratitud de quienes perciben lo bueno que estos seres, generalmente, llevan a flor de piel; porque la gente no está en espera de que aparezca la luz de los otros para quedar ciegos de odio y arremeter contra ellos.

No soy un ser ingenuo, mas desecho toda idea de que se puede provocar la envidia en los otros, las bajas pasiones, los anhelos malsanos de entorpecer el camino de aquellos que van a recoger la cosecha después de años de emprendimientos; de quienes no se han quedado al borde del camino rumiando desgracias, carencias o quebrantos, porque han encontrado el sentido de su existencia y aspirado a alcanzar la grandeza que regocija la mente y trae felicidad al corazón.

Vivo en espera siempre de que el bien emerja, sé que puede aparecer por cualquier rendija, de los sitios menos esperados y de aquellos a los que, incluso, pocos apostaban, porque también eso sucede: algunos miran con pena y recelosos cómo este ser, o el otro, no llegará lejos, no dará mucho, no premiará el esfuerzo que le han ofrendado, pero esos cálculos también pueden fallar, por suerte para tantos.

Creo en que lo bueno que habita en unos, fácilmente se aprecia, y que despierta en los otros el deseo de escudriñar muy adentro y descubrir dónde yace el bien que ha de florecerles, a veces después de muchísimos intentos, de dejar exhausta la mente y el alma esperando nuevos intentos.

Estoy segura de que los frutos nunca brotan antes de que la mayoría los aguarde expectante, y como es tan hermoso asistir a un alumbramiento, sea de quién sea, el impulso de las almas solo está preparado para un atronador aplauso, para una descarga de fuegos artificiales, para un gran ahhhhhhhh que sale disparado, porque la fuerza de lo bello siempre supera a la de las pedradas.


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