¿Puede un joven de solo 25 años dirigir, y dirigir bien, una escuela de las más antiguas del municipio? Randy dice que sí. Y le creemos
En un tango, Gardel dijo que 20 años no eran nada. Nueve décadas después esa idea parece no tener sentido y, tal vez, deje en evidencia el razonamiento de ese gran músico porteño.
Si se quiere un ejemplo, basta con echarle un vistazo a quien se sienta detrás del buró del director de la Escuela Secundaria Básica Urbana Pío Antonio Cervantes Bravo, en Florencia, pues, si el rey del tango tuviera razón, serían muy pocas las 25 veces que Randy Jesús Roig Rodríguez ha celebrado su cumpleaños.
El, quizás, director más joven de un centro docente avileño podría parecer poco capacitado para la tarea, pero solo si ignoramos su intensa trayectoria desde que se graduó de bachiller en su natal Tamarindo.
“Estudié medicina en Morón, pero no me gustaba. En realidad, no tenía muy definido mi futuro, quería estudiar Periodismo o algo pedagógico, pero al final no me decidí. Fundamos una revista y estuve en Radio Morón y Morón TV, pero en el segundo año dejé la carrera.
“Después opté por algo que sí me llamaba mucho la atención; hice la Licenciatura en Matemática, en la modalidad de Curso por encuentro, en la Universidad del Ciego de Ávila, y comencé a dar clases en Tamarindo, en la enseñanza Secundaria Básica, al séptimo grado. Tenía que ir un día por semana a la Universidad y los otros cuatro daba clases”.
La experiencia de dos años impartiendo Matemática en la secundaria fue suficiente para demostrar su capacidad como profesor, por lo que recibió su primer gran reto.
“Comencé a dar clases de Matemática en duodécimo grado, en Florencia, por la necesidad del municipio. Hablaron conmigo, me preparé un poco más, revisé los documentos que tenía. Yo había pasado el preuniversitario recientemente, tenía más o menos frescos los conocimientos de ese grado, y me di a la tarea de impartirlo en el Instituto Preuniversitario República de Nicaragua, de la cabecera municipal.
“Ahí estuve durante tres cursos. En el último terminé mi licenciatura y me desvinculé del sector de la Educación.”
Randy trabajó por espacio de un año en el sector privado. Reconoce que la diferencia en la remuneración es sustancial y fue lo suficientemente atractiva como para alejarlo de su vocación. Verlo hoy de vuelta en una escuela, sin embargo, demuestra cuáles son las aspiraciones que más pesan en él.
“Lo hago más por gusto, porque creo que la docencia y la pedagogía me gustan y siempre fue algo que añoré, que soñé. La directora municipal de Educación me habló sobre la necesidad que existe de profesores de Matemática en el municipio. Yo incluso había conversado con ella sobre qué opciones tenía para mí, aquí en el municipio de Florencia.
“Me creyó capaz de asumir la tarea de ser director de la secundaria Pío Antonio Cervantes, la mayor de su tipo en el municipio y tercera escuela más grande de manera general”. Esa propuesta llamó la atención del joven, quien aseguró que la iba a valorar.
“Pensé que uno a veces necesita retos, necesita ese impulso de querer hacer algo —entonces aceptó y lo hizo bien convencido. Tengo la convicción de que lo que inicio, siempre intento terminarlo”.
Así asumió la dirección del centro docente, con retos, como había previsto. Desde entonces, Randy viajó a diario entre Tamarindo y Florencia y se enfrentó al hecho de no conocer a los trabajadores que dirigiría, por lo que ha tenido que hacerlo sobre la marcha.
“Existe desde ese más puntual, que lo tienes ahí para cualquier cosa, hasta aquel que tienes que apretar un poquito más o llamarle tal vez la atención o requerirlo, y eso es complejo.
“Saber cuándo hay que hacer un chequeo de emulación, disfrutar en una caldosa, hacer un comentario, un chiste, pero saber también cuándo hay que apretar, hacer un claustrillo, dar reunión de padres, cuándo hay que dar consejo de dirección, cuando hay que llamar la atención por algo… Ese equilibrio entre lo que se puede hacer un poco más fácil, un poco más ameno, y el tema de hacerlo con más requerimientos a la hora de dirigir, es complicado”.
Pero de todos los retos, tal vez ninguno haya sido tan agradable como el aniversario 60 de la fundación de la escuela.
“Nos tocó a esta generación. Ya no hay en el colectivo ningún fundador, pero tenemos profesores que llevan muchos años impartiendo docencia, incluso otros directores que han pasado, que también les reconocimos su trabajo en la gala que realizamos.
“Quién iba a decir que en el aniversario 60 habría un consejo de dirección nuevo con un director que tiene 25 años? Pero así nos tocó, así lo hemos enfrentado y creo que es un orgullo también, como quiera que yo nunca estudié en esta escuela, pero tiene que ser el centro de la comunidad.
“Todo el mundo tiene algo que ver con la escuela, un pedacito de la Pío Antonio Cervantes, aquí en Florencia, porque si no han sido padres, han sido hermanos, sobrinos, tíos o ellos mismos los que han pasado por aquí, por esta institución educativa”.
Y es verdad que apenas lleva unos meses en la dirección del centro que asumió inicialmente por un año, pero el sentido de pertenencia que Randy ha comenzado a sentir es palpable.
Tan joven como él, es la mayoría del colectivo que lo acompaña y garantiza por diferentes vías que el presente curso vaya por el camino correcto, gracias, también, a la contribución de las instituciones educativas del municipio y de los padres.
“Hemos recibido todo ese apoyo. Yo creo que eso reconforta y te hace decir, ‛bueno, estamos haciéndolo bien’, porque ya la diferencia entre cuando asumimos al inicio y ahora se va notando. Quedan muchos retos, quedan muchas cosas por hacer, quedan muchas deficiencias por subsanar, pero ya ese camino está”.