Traumatismo Craneoencefálico: saldo para avileños en 2019

De acuerdo con las estadísticas recogidas por el doctor Carlos Rojas Borroto, del Servicio Provincial de Neurocirugía del Hospital General Docente Roberto Rodríguez, a esa institución del avileño municipio de Morón ingresaron 45 pacientes con traumatismo craneoencefálico (TCE) durante 2019.

Esa patología, que suele ser consecuencia de accidentes y golpes violentos, constituye la cuarta causa de muerte en Cuba y la primera en personas menores de 45 años de edad, principalmente del sexo masculino, que se exponen con más frecuencia a situaciones de este tipo.

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El doctor Rojas Borroto afirma que la mayoría de los casos tuvieron diagnósticos asociados como hematomas, hemorragias y daño axonal difuso.

Durante los 13 días de hospitalización promedio, el 71 por ciento de los pacientes fue intervenido quirúrgicamente, y casi todos acoplados a máquinas de ventilación por 48 horas o más, lo que provocó una neumonía asociada al 55 por ciento de los enfermos.

• Consulte otros indicadores del servicio moronense de Neurocirugía 

Pero sin importar la pericia de los doctores, que exhiben en la provincia el alentador índice de mortalidad del 36 por ciento para el TCE, en 2019, por esa causa, se perdieron casi 20 vidas, el 42 por ciento de los ingresados.

Ya en noviembre de este año, Ángel Lacerda Gallardo, neurocirujano moronense, citaba a Invasor que el índice era superior respecto a años anteriores por la gravedad y frecuencia de los accidentes automovilísticos, además de la falta de disponibilidad de camas en servicios de Cuidados Intensivos por la incidencia de epidemias y otras enfermedades trazadoras (infarto agudo del miocardio, diabetes, accidentes cerebrovasculares, asma bronquial e infecciones respiratorias asociadas a la ventilación mecánica).

El tema, que suscitó debate entre los participantes de la Jornada Científica Provincial de Terapia Intensiva y Emergencias, motivó al doctor Iván Moyano Alfonso, jefe del servicio de Terapia Intensiva en el Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, quien considera que debe revisarse la respuesta de Salud para esta patología, puesto que solo con la integración de los especialistas y la dirección del sector se podría combatir mejor una afección que cobra vidas jóvenes.

La preparación debe ser integral, pues una mala manipulación del paciente antes de ser trasladado a los servicios de salud, aunque tenga la intención de ayudar, puede ser letal.

La respuesta debe estar organizada desde la atención primaria, porque "cuando un paciente neurocrítico llega a Terapia Intensiva, o a Neurocirugía, ya ha pasado por las manos de especialistas de Servicios de Urgencia Médica (SIUM), Emergencias, entre otros", agregó el doctor Iván.

A principios del año, el tiempo de respuesta del SIUM para el municipio de Morón superaba los 30 minutos, según Invasor, mientras que la disponibilidad de piezas para las ambulancias condicionaba la calidad del servicio.

Por eso, Nuria Iglesias Almanza, especialista en medicina intensiva, afirma que debería monitorearse la atención a cada caso como parte de un tema de investigación, para que los señalamientos no partan solo de los saberes anecdóticos, sino de la certeza de qué hay que cambiar.

El cinco por ciento de los casi mil pacientes hospitalizados en la unidad moronense de cuidados intensivos en el último año tuvieron este diagnóstico, mientras que sobresale el aumento de la frecuencia de traumas craneales en adultos mayores, producto de caídas y falta de cuidados.

Los niños tampoco están exentos de este flagelo

Para Miguel Mazorra Pazos, jefe del Servicio Provincial de Neurocirugía, ha sido una expectativa frustrada la estandarización de un protocolo que regule qué hacer frente a una emergencia de este tipo en un área de atención que no cuente con los especialistas necesarios, y que debe coordinarse entre ramas como Emergencias, Neurología, Neurocirugía, Cuidados Intensivos e Imagenología.

Ante semejantes índices, donde la supervivencia apenas sobrepasa el 50 por ciento de los casos, se hace inminente la adopción de un programa que incluya protocolos médicos, educación y control vial, además de percepción del riesgo, porque, incluso para los más afortunados, el costo sigue siendo muy alto.


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