Primera Ley de Newton… y de Germán

Un educador avileño comparte las satisfacciones que le ha ganado su vocación de educar y dirigir

 germanAna Paula Germán Ávila Álvarez cree que el éxito para una buena relación con sus alumnos es respetarlos, pues considera el respeto como un valor moral indispensable en la educación y en la vida. Siempre ha querido enseñarles eso. Bueno, y las leyes fundamentales de la Física, obvio.

El actual director del Instituto Preuniversitario Ernesto Guevara de la Serna, en Ciego de Ávila, tiene una hoja de servicios de 25 años. Comenzó sus pasos como maestro de Física, después de licenciarse en esa disciplina, en un politécnico del poblado Falla. Desde allí comenzó a cosechar los afectos que generaciones de chamberos empezaron a prodigarle.

Luego, en 2013, rompería lo que jamás podría catalogarse como inercia —pues no hay nada monótono e inercial en la vida de un educador— y se mudaría al municipio cabecera sin dejar detrás la vocación de enseñar. A los cuatro meses de estar en el claustro de “La Che”, como llaman con cariño a la escuela, pusieron en sus manos una responsabilidad mayor.

“El director tuvo problemas y no pudo seguir. Apenas hacía cuatro meses que estaba aquí y nos hicieron una propuesta a Zuleidy (su esposa y compañera de trabajo) y a mi. Al final uno de los dos debía aceptar y en este caso acepté yo, tomamos la decisión en conjunto. Ser el director de la escuela es una gran responsabilidad, pero también ha sido gratificante”.

Su esposa también es educadora, ¿van de la mano la profesión y el amor?

─Es una pregunta un poco complicada. No sé para otras personas, pero a nosotros nos va bien, llevamos muchos años trabajando juntos, nos compenetramos. El tema de nosotros gira alrededor de la escuela casi 24 horas, al ser ella la subdirectora docente del centro y yo el director tenemos muchos asuntos en común que nos hacen estar todo el día intercambiando sobre las situaciones que allí se presentan y cómo resolverlas.

¿Qué cree de esa frase de que la juventud está perdida?, ¿cómo debe darse la relación entre maestros y estudiantes?

─Yo no creo que sea un momento en que los valores estén perdidos ni nada de eso. En los momentos de crisis las personas son más proclives a dejar salir lo peor de sí mismas, pero no creo que la situación sea crítica ni que los adolescentes y jóvenes hallan equivocado el rumbo.

“Nosotros tenemos muy buena relación con los alumnos, siempre desde el respeto. Yo pienso que el éxito está en respetarlos, incluso con sus individualidades, el llamarles la atención de manera correcta, el poder conversar con ellos las situaciones que se presentan y tener un momento de reflexión en un lugar tranquilo; es decir, respetarlos siempre como seres humanos, en los años que llevo de experiencia eso me ha servido de mucho”.

¿Qué ha sido para usted lo más gratificante de esta profesión?

─Que me llamen “profe”. Eso ha sido lo más gratificante.

Y se le humedecen los ojos, porque detrás de esa apariencia de hombre recto y serio, hay un maestro que entiende a la perfección las leyes de la Física y aplica sus preceptos todos los días. “Si das respeto, recibes respeto con la misma intensidad”, repite, pues cada acción tiene una reacción. Claro que eso lo dijo primero Newton, pero también es la primera ley de Germán.


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