La COVID-19 no es parte de la familia

El segundo caso positivo en el municipio avileño de Majagua desencadenó otros males en la familia

Al “final de la COVID-19”, su familia aisló lo malo y retuvo lo bueno. Ella, recuperada del coronavirus, cuenta cómo subestimó un padecimiento que pudo cobrar la vida de sus seres queridos. Y es que, alrededor de Yaumara Rodríguez Cervantes, donde la libertad y el amor florecen, pudo darse el peor otoño.

“En ese momento, se me olvidó la pandemia. No me ponía nasobuco, porque veía tanta gente sin él. Escuchaba a las personas hablar de los diabéticos, pero decía ‛yo no la voy a coger´”, relata el segundo caso positivo de Majagua; ese mismo que, además, contagió a su sobrino y puso a su madre y hermana “cara a cara” con una enfermedad sin rostro.

La recepcionista de la Casa de Cultura visitó la residencia de un viajero procedente de Estados Unidos, “sin taaaanto acercamiento”, según refiere. Sin embargo, taaantas “a” caerían en el terreno de la duda cuando es notificada como positivo en el parte de cierre del día 2 de abril. Se expone que comenzó el 28 de marzo con síntomas y situó en vigilancia a 27 contactos, en su mayoría compañeros de trabajo.

“Yanara, la doctora, fue a ver ese compañero que vino del exterior y yo estaba allí. Ella le dio seguimiento a él y a su familia en su vivienda. El viajero comienza a tener síntomas y deciden estudiarlo. Le hicieron un test rápido y resultó negativo. No obstante, lo trasladan para el centro de aislamiento ubicado en el Pedagógico. Como me declararon contacto, fui llevada también para allá.”

Yaumara recuerda que, antes y después de que la doctora supiera de su vínculo con los sospechosos, le pidiera que fuera para la domicilio y se quedara tranquila allí, “trascurrieron días con tremendo dolor de garganta, al extremo de no poder ni tragar”. Pensó que era cosa del cigarro, pues, como muchos fumadores declaran, este ocasiona cierta carraspera.

Aquella mujer diabética que presumía de “yo no la voy a coger”, padeció de mareos, continuas diarreas, fuertes dolores de cabeza, en las articulaciones, aunque nunca le dio fiebre ni tos

“En el Pedagógico empezó a subírseme el nivel de azúcar en la sangre, porque soy diabética insulinodependiente. A raíz de eso, una doctora decidió sacarme de aquel lugar y trasladarme a una sala del hospital provincial Antonio Luaces Iraola; junto con otra señora muy asmática, que luego, por suerte, dio negativo.”

Como a los visitados por esta señora de 45 años las pruebas le dieron negativo, alega todavía no saber dónde contrajo el coronavirus. Pero, bien describe cómo llegó al hospital un viernes 27 de marzo y el lunes 30, bien temprano, le hicieron el exudado nasofaríngeo. “Pensé que estaba sana y, cuando el médico me informó que era caso confirmado, lloré muchísimo”, revela.

En seguida, fue traslada al Hospital Militar Doctor Octavio de la Concepción y la Pedraja, de Camagüey, donde “primó un trato especial”. También “especial” fue la evolución, pues a la Kaletra, Cloroquina e Interferón, para la CIVID-19, se sumaron, en cada jornada, el Enalapril y la insulina, para controlar una hipertensión y diabetes descompensada. “Era un coctel de pastillas”.

“Los médicos se encargaban de que el medicamento siempre estuviera listo, a su hora. Muy buena alimentación. Me daban el desayuno primero que a todos, porque sufría de hipoglucemias bien temprano. Era algo que me derrumbaba completa.”

Así, aquella mujer diabética que presumía de “yo no la voy a coger”, padeció de mareos, continuas diarreas, fuertes dolores de cabeza, en las articulaciones, aunque nunca le dio fiebre ni tos. También le hicieron unas cuantas placas de los pulmones.

Actualmente, de alta epidemiológica, confiesa salir poco de la casa y sentir temor de volverse a enfermar, una opción que la ciencia aún no descarta. “Tuve muchos instantes malos, pensando en la familia”, —¿más ahora que antes?—. Pues sí.

Cuidemos la familia igual que a uno mismo, pero igual de bien

Y es en ese preciso instante en el que Félix Javiel Barreras Rodríguez, de 23 años y sobrino de Yaumara, rememora haber hospedado en su cuerpo un virus, aunque se niega a nombrar una fuente de infección.

“Cuando le avisaron a mamá que aislarían a mi tía, fui hasta su casa, a buscarla. Me comunicaron que también estaba en aislamiento como sospechoso. Para Ceballos Ocho se fueron, igualmente, mi mamá y mi abuela. El día 5 de abril nos hicieron el PCR en tiempo real y comunicaron el resultado al cuarto día.”

Tuvo que separarse de sus familiares, pues iría para el Octavio de la Concepción y la Pedraja. El joven pondría en vigilancia 26 contactos, según el parte al cierre del día 8 de abril. Además, es este el último caso positivo del municipio hasta la fecha.

¿Qué pudiera añadir a la entrevista el muchacho que se enfermó con 22 años y se recuperó con 23? Así es, pues cumplió año el 21 de abril, ingresado en Camagüey. “Lo pasé prácticamente asintomático, con un poquito dolor de cabeza cuando estaba en Ceballos Ocho; las pastillas sí me produjeron algunos efectos, como diarreas, náuseas, pérdida de apetito y fiebres.”

Entre miradas desordenadas, según manifiesta Yamilé Rodríguez Cervantes, madre de Félix Javiel, fue duro marcharse de Ceballos Ocho al hogar y no hacerlo con su único hijo. Aunque, esta señora de 46 años vivió una experiencia casi única.

“Estuve en dos centros de aislamiento: el de Ceballos y el motel Las Cañas, este último porque, entes de terminar los 14 días bajo vigilancia epidemiológica en la propia casa, me dio dolor de garganta, lo dije por precaución y me volvieron a recoger”. Sabia opción para quien, como su hermana, sufre hipertensión y diabetes.

Por último, aparece Vigilia Tomasa Cervantes Cervantes, de 66 años, madre y abuela de la familia, jubilada reincorporada de Educación. “Lo de Yaumara me dio miedo, pero le dije ‛tienes que guapear y seguir para adelante, no pienses nada malo que tú vas a salir de esta’; y lloré con lo de Félix Javiel.”

Frente al nieto, solo alcanzó a pedirle que fuera fuerte y jamás podrá olvidar aquella respuesta: “abuela, yo voy a vencer”. Incluso, Vigilia estuvo en un centro de aislamiento de Majagua, pues llegó a quedarse sola en la vivienda: Yaumara y Félix en Camagüey, y Yamilé en el motel Las Cañas.

En cualquier tiempo, sea de pandemia o no, cuidemos la familia igual que a uno mismo, pero igual de bien. Abril no fue la primavera que suele ser para estos majagüenses, aunque las flores del futuro, por suerte, continúen siendo motivo de homenaje y no de lamento.


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