Según la Organización Mundial de la Salud, el decúbito prono es muy recomendable porque permite que los pulmones queden más liberados
Tenía la ilusión de que, al ingresarme, y en vistas de que no me sentía tan mal, podría tener tiempo de leer los libros que he ido postergando o leyendo a paso de babosa moribunda. Por suerte no se me ocurrió cargar con libros físicos, porque no leí ni 10 páginas.
Si vieron mi entrada anterior entenderán que no hubo mucho tiempo. No se puede ser enfermera, estar enferma, y ser una lectora voraz. No obstante, llevo en mi teléfono una buena colección de libros que voy leyendo casi al unísono y albergué la esperanza de encontrar la oportunidad de que la lectura me ayudara a sanar no solo el cuerpo, sino la mente.
Quería que las historias de otros me sacaran de mi sopor, que pudieran combatir las ráfagas de pensamientos tóxicos que sobrevenían, a veces, viendo a Eric toser y poniéndose nervioso ante la momentánea falta de aire. O de una de las pacientes del cubículo, que tosía como un alma en pena, y de ahí al vómito y el malestar.
Pero no se pudo, en parte porque había muchas “distracciones”, y por otra porque la posición de estar acostada boca abajo es de las peores para leer. Decúbito prono, le llaman científicamente, está demostrado que es efectiva en aliviar los síntomas de distrés respiratorio.
Entonces, la indicación de médicos y enfermeros era esa: acostarse poco y, al hacerlo, boca abajo. Según la Organización Mundial de la Salud el decúbito prono es muy recomendable porque permite que los pulmones queden más liberados, mejorando la ventilación, el flujo sanguíneo y la posibilidad de eliminar fácilmente las secreciones.
Eric lo cumplió a cabalidad. Todo el tiempo que estuvo acostado fue en esa posición y se aficionó a que yo fuera y me sentara a su lado a darle masajes suaves en la espalda. Verlo aliviado también me aliviaba a mí. Además, no había sillas. Por tanto, o estabas sentado en la cama (eso sí es incómodo) o estabas acostado.
Sin embargo, cuatro de los pacientes del cubículo no hicieron mucho caso. Adalys decía que ella no podía dormir boca abajo, que le dolía la espalda. Arístides complacía a su hija de mala gana y combinaba dormir de lado con un poco de decúbito prono. Y Melba y Rosa (las ancianas) estuvieron todo el tiempo boca arriba (decúbito supino). Yo para dormir sí cumplía lo indicado, pero el resto del tiempo me ponía de costado, porque es verdad que la columna duele.
Nada. Que ahora que estamos en casa sintiéndonos mejor, con mi sillón de suiza adorado, una programación de televisión pandémica y con menos horas de enfermería, he ido saldando viejas deudas de lecturas en el celular. Todavía dormimos en decúbito prono, quizás sea una “secuela” que nos deje la COVID-19.
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