La imagen del general Arsenio Martínez Campos a galope por los campos de Mangos de Baraguá, después del “no, no nos entendemos” del héroe cubano; y del grito jubiloso de “el 23 se rompe el corojo” permanecen en lo más intrínseco de Cuba y sus mejores hijos.
Narrado bellamente en los libros de historia, recreado en series y películas, este pasaje de nuestras luchas por ser una nación libre, mantiene su preponderancia en la memoria colectiva y trasciende a escenarios actuales frente a enemigos de todo tipo.
La posición intransigente de Maceo marca un hito en las páginas de las luchas de los cubanos, en tanto su negativa a seguir siendo dependientes de una nación extranjera, esclavos sin voz ni votos, demostró la decisión raigal y contundente de que Cuba necesitaba ser libre, ser la nación independiente por la que se había batallado esos diez años de miseria y horror.
No fue la de Maceo una decisión festinada, no fue el deseo de un hombre temerario que quería arrastrar con él a hombres hambrientos y en harapos, a mujeres que vieron los horrores de la guerra y enterraron a los hijos en los campos de su tierra amada. Era un grito ante la posibilidad de seguir atados al enemigo, era una negativa desgarrada porque después de pasar por tantos horrores, después de haber perdido tantos seres, alguien determinaba una paz vacía, sin la libertad verdadera por la que todos pelearon.
Tuvo el férreo héroe el respaldo de los cubanos que allí estaban, y pese a que la lucha venidera no terminó en libertad, y él mismo caería abatido en medio de un combate, su intransigencia ante la prepotencia enemiga marcó el sendero de luchas futuras y selló su decisión como herencia ante la prepotencia actual, del enemigo más feroz que ha tenido el pueblo de Cuba.
Desear ser libres, no aceptar pactos que coqueteen con la sumisión, es una constante en la historia de los cubanos, es la decisión que más vidas le ha costado a esta nación y por la que más se ha padecido ante una potencia que cada día arrecia sus muchas formas de llevar esta guerra no convencional con la que se asfixia, como nunca antes, al pueblo, en sus ansias de rendirlo por hambre y escaseces de todo tipo.
Soportar los rigores de las actuales carencias, resistir porque ser libres, tener voz, nos define como nación sin amos, sin más dueños que nosotros mismos; es difícil, la resistencia duele, ser resilientes forma parte de esa decisión de que, nadie más tocará esta tierra para despojar a sus hijos de lo que han logrado por una tradición de luchas permanentes, donde los obstáculos y los sinsabores han sido, y son, una constante.
Decir no, protestar no fue nuevo ni exclusivo de lo que sucedió en aquellos predios, no fue en aquella reunión donde por primera vez se supo que los mambises, sus principales jefes no transaban con acuerdos a medias, con pactos que dejaban en desventaja total al país que había decidido pelear y, que la sangre de sus hijos había inundado su suelo.
Sin embargo, la posición del héroe de oriente, del Titán de Bronce, ilustra los deseos más puros de libertad de esta isla y de la necesidad de estar unidos ante las ambiciones de todo aquel que pusiera los ojos en esta tierra.
Mucho más de cien años de luchas no han sido suficientes, vidas dejadas por doquier no han bastado; protestas en todos los escenarios posibles, reclamos firmes se han dejado escuchar a viva voz por este pueblo y todos sus líderes; porque el sabor de la libertad nos resulta muy dulce y porque volver a la amarga dependencia no sería más una opción.
Aquella decisión firme de Antonio Maceo, aquellas palabras que martillan en la memoria de Cuba; su fuerza, el valor ante el jefe extranjero, que lo elevó mucho más y por lo que tantos cubanos lo admiran como a un hombre superior; dejó marcas en un camino que aunque se ha tenido que reinventar tantas veces, mantiene las esencias de aquellos días.
La imagen contrariada del jefe español, el júbilo de aquel puñado de cubanos buenos, la estampida de su tropa por aquellos campos donde no quedaba más remedio que seguir peleando, es la imagen perfecta que ilustra cómo ha tenido que salir de esta isla todo aquel que ha intentado apoderarse de ella.