Ya tiene fecha el inicio de la Tarea Ordenamiento en Cuba, y, aunque desde hace meses la isla en peso la sabía próxima, ahora la certeza del cambio se lee en muchos sentidos. Primero porque los retos son inmensos y, luego, porque tampoco estamos exentos de riesgos.
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Sin embargo, concordemos que son necesidades impostergables, aquí y ahora, resolver la dualidad monetaria y cambiaria, eliminar gratuidades excesivas y subsidios indebidos, y modificar la distribución de los ingresos, si queremos avanzar en la construcción de un mejor país que continúe sumando voluntades.
Se ha dicho que este proceso no resolverá por sí solo nuestros problemas económicos y financieros, y que existe el riesgo de una inflación superior a la diseñada, agudizada por el déficit de la oferta; pero lo que está claro es que permanecerán intactos los principios revolucionarios de no desamparar a los más necesitados y de no aplicar “terapias de choque” al estilo neoliberal.
También, en lo adelante, el éxito dependerá de todos y de la capacidad para ser resilientes. Quizás como nunca antes, la creatividad, elevar la eficiencia y la productividad, y estimular la competitividad, serán los pilares sobre los que se afincará este país y los que nos darán la estabilidad necesaria para afrontar los cambios y salir airosos.
Se requiere inteligencia colectiva y crítica constructiva, porque no hablamos aquí de un asunto menor, sino de un punto y aparte en la gestión económica, con el objetivo de garantizar a todos los cubanos mayor igualdad de oportunidades, derechos y justicia social. Se trata de otra prueba decisiva, de otra cima a coronar, de otro desafío enorme que viviremos sin ensayo previo.
A partir del 1ro. de enero, Cuba iniciará un camino que solo debe traernos números en positivos y expectativas cubiertas, y en lograrlo se invierten los mejores esfuerzos.